Nicaragua; diversidad biológica inexplorada

¿Qué es lo primero que se le viene a la mente a las personas cuando escuchan decir Nicaragua? Revolución, luchas sociales, un gran lago de agua dulce a punto de ser extinguido y el hecho de que figura en segundo puesto entre los países más pobres de Latinoamérica (dependiendo el artículo que se lea).

Soy Osmar Sandino, biólogo de 25 años, egresado de la Universidad Autónoma de León (UNAN-León), en principio dedicado a la bioquímica y con una pasión recién descubierta por los equinodermos, estas criaturas a simple vista “inanimadas” que pueden arrancar suspiros (estrellas de mar) o repugnancia (erizos de mar y pepinos de mar) entre las personas. Mi poca experiencia en ese inmenso mundo marino se la debo a mi mentor, el doctor Francisco Solís Marín, con quien realicé mi investigación de licenciatura en Corn Island, una pequeña isla en el Caribe nicaragüense. Allí, pude tomar conciencia de lo complejo que es hacer ciencia en un país con 7 millones de habitantes, más del 50% de ellos viviendo en la pobreza, en el que las prioridades de la comunidad pasan por encima de estudiar organismos como a los que me referí anteriormente. En general, las autoridades gubernamentales destinan sus fondos a proyectos de carácter más lucrativo como el procesamiento de langostas y peces.

Por ello, la importancia de investigaciones como la realizada en Corn Island cobran importancia debido al fenómeno social que gira en torno a estos recursos. Tanto los pepinos de mar como los erizos son altamente comercializables en el mercado asiático (Japón, China y Corea del Sur principalmente), donde son consumidos o procesados debido a propiedades afrodisiacas que se les atribuyen o como materia prima para la obtención de compuestos farmacológicos para combatir distintos cánceres. Al momento de la finalización de la primera fase de este estudio pudimos obtener 41 nuevos registros de equinodermos que se desconocían y que se distribuían en Nicaragua, y que ha impulsado a llevar a cabo una segunda parte de este proyecto para mediados de este año.

Motivado por lo anterior, aspiré a una beca con la Fundación Heinrich Böll, la cual cambió mi vida. Tener la oportunidad de venir a México a estudiar en la Universidad Nacional Autónoma de México, en el Posgrado de Ciencias del Mar y Limnología (PCML-UNAM), ha creado en mí, expectativas enormes. Se abre la posibilidad de transmitir toda esta nueva experiencia y conocimiento en un país como México y llevarlo a Nicaragua para continuar desarrollando estudios científicos de calidad como estos.  La actividad científica permite a su vez llevar al desarrollo de nuestros pueblos desde los estratos inferiores de la sociedad brindándoles herramientas de manejo y aprovechamiento de la enorme riqueza que existe en Nicaragua, la cual está aún desconocida y poco estudiada y que puede generar fuentes de empleo para mejorar la calidad de vida de las personas. Debemos sentirnos privilegiados de contar con un extenso mar territorial, con la fuente de agua dulce más grande de la región, con suelos fértiles y productivos y desarrollar una visión de país para sacar adelante a este pueblo herido de guerras y conflictos.

La naturaleza nos señala el camino.

Por Osmar Sandino, Maestrando del Posgrado en Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM y becario de la Fundación Heinrich Böll