Cómo ser verde y no morir en el intento

La Fundación Heinrich Böll cumple 15 años de fomentar los valores políticos de la ecología, los derechos humanos y la igualdad de género en México. En este texto, Dawid Bartelt, director de la oficina Ciudad de México - México y El Caribe, revisa la trayectoria reciente y contexto actual de la política verde a nivel mundial y en México, previo al conversatorio con el que marcamos este aniversario.

Ser verde: 15 años de la Fundación Heinrich Böll en México - Fundación Heinrich Böll México y El Caribe

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En el año en que la oficina de la fundación política verde, la Heinrich Böll Stiftung, cumple 15 años en México, las políticas verdes cobran auge en el mundo. Parece que algunas de las ideas y demandas centrales, defendidas desde hace décadas por los ambientalistas, finalmente se vuelven mainstream y ganan incluso relevancia electoral. Por primera vez el cambio climático fue un tema relevante en las recientes elecciones para el Parlamento Europeo y en las elecciones estatales en Alemania. Los jóvenes de Fridays For Future se han convertido en estrellas mediáticas y son referencia constante en los discursos de políticos de (casi) todos los partidos. Junto con el cambio climático han cobrado relevancia temas como el uso de plásticos, la movilidad urbana, la producción de la carne y otros.

Mira el video del conversatorio Cómo ser verde y no morir en el intento:

Cómo ser verde y no morir en el intento - Fundación Heinrich Böll México y El Caribe

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El partido Verde alemán –al cual está vinculada nuestra Fundación– nace en 1980 de una confluencia de movimientos sociales: el ambientalista, el feminista, el pacifista, el antinuclear y el internacionalista, por mencionar los principales. Así nace también lo que entendemos por una “política verde”: una política que une el mandato de sostenibilidad (o, cómo preferimos llamarlo aquí en América Latina, de la justicia ambiental) con la justicia social, la democracia participativa, la equidad de género, la diversidad de todas las formas de la vida y la resolución pacífica de conflictos.

Actualmente, el partido Verde alemán está en un auge histórico. En las encuestas actuales alcanza alrededor de 25% de los votos a nivel nacional, casi a la par de los Demócratas Cristianos del partido CDU de la primera ministra Angela Merkel, y con más del doble de los votos que irían al Partido Socialdemócrata (SPD), históricamente el otro de los dos grandes partidos “del pueblo” (Volksparteien) en Alemania, al lado del CDU.

Tales procesos se repiten, en dimensiones quizá menos marcadas, en otros países del centro y norte de Europa, como Reino Unido, Francia, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, algunos países escandinavos, Irlanda. Sin embargo, en Suecia, el país de la joven activista climática Greta Thunberg, los verdes han perdido en las elecciones europeas. Los partidos ultraconservadores y de extrema derecha son los otros grandes vencedores. De hecho, están creciendo prácticamente en toda Europa, mientras los verdes se desdibujan en áreas significativas. En particular en los países del antiguo bloque soviético, los partidos verdes siguen insignificantes. No han logrado la elección de sus diputados al parlamento europeo.

A nivel mundial, se confirman y consolidan dos tendencias contradictorias: mientras el cambio climático es tema de campañas electorales y la narrativa progresista de la justicia social se ha ampliado en algunas partes, integrando la justicia ambiental y climática, al mismo tiempo aumenta el número y la voz de gobiernos que abiertamente niegan o menosprecian estos temas y, por lo tanto, no dan ninguna importancia política a las reducciones de gases de efecto invernadero o a las medidas de adaptación al cambio climático. En el corazón del sistema político de algunos países democráticos se ha establecido una narrativa de nacionalismo racista, xenófobo y antiliberal, contrario no sólo a los desafíos ecológicos sino también a las políticas de defensa de derechos, diversidad e inclusión que enarbolan los partidos verdes. Es el caso en los países del este de Europa, pero también en las Américas. Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil siguen políticas que ignoran el cambio climático, o más bien, que abiertamente contribuyen al aumento de las emisiones. La deforestación en la Amazonía brasileña ha aumentado a una velocidad cada vez más acelerada, mientras que el gobierno de Bolsonaro incentiva a la agroindustria, una de las principales responsables por dicha deforestación. Están confrontándose dos narrativas: la de “Somos un solo planeta” con la de “Somos un solo país y un solo pueblo”, y cada una de ellas pugna por atraer a su lado a los partidos del centro político, los que representan el liberalismo, el conservadurismo moderado y la socialdemocracia de mercado.

Existen partidos verdes en la mayoría de los países del continente americano, pero ninguno tiene relevancia. Sus éxitos en Brasil y Colombia han sido importantes, pero efímeros. Uno de los partidos llamados verdes con más éxito electoral ha sido el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), que de ecologista tiene poco, así como de los otros ingredientes programáticos que los verdes típicamente defienden. Sí defiende la pena de muerte, motivo por lo cual en 2009 el Partido Verde Europeo rompió relaciones con el PVEM. Por el mismo motivo, el Verde Ecologista mexicano fue excluido de las reuniones de la Global Verde, una red mundial de 79 partidos ecologistas. Persiste la pregunta de por qué en México nunca se ha formado un ambientalismo político que merezca este nombre, un partido que tenga la transformación socioecológica en el centro de su programa.

Mientras haya claramente tensiones entre las políticas de protección social y de protección ecológica, la política verde parte del principio que, hoy por hoy, no existe una política social eficiente y sostenible que no integre la dimensión ecológica, y que una política ecológica no va a funcionar –ni a nivel nacional ni global – si no considera siempre la dimensión de la justicia social. Protección del medio ambiente significa protección de los seres humanos, para quienes la naturaleza es ambiente y medio. Pero es necesario explicar, para cada contexto, cómo se pueden concebir e implementar políticas ecológicas y contra el cambio climático sin que, una vez más, los pobres paguen la cuenta. En el continente más desigual del mundo esta cuestión se convierte en un desafío de particular complejidad.

 

Dawid Bartelt dio la bienvenida a las personas que asistieron a nuestro evento de aniversario.

El conversatorio Cómo ser verde y no morir en el intento, con el que celebraremos nuestros primeros 15 años en México, intentará discutir las perspectivas de una política verde entendida en esta multidimensionalidad entrelazada, mirando la agenda ambientalista desde diversas perspectivas: de los derechos humanos, de las mujeres, de las personas migrantes; a nivel global en el primer panel, y en el segundo, para México. Será un diálogo centrado en los años recientes y la actualidad, así como en las perspectivas para el futuro próximo.

México acaba de proclamar una nueva transformación. Si esta será una transformación socioecológica, o tiene la posibilidad de convertirse en tal, será una de las cuestiones que discutiremos el 6 de septiembre.

Este artículo se publicó originalmente el 30 de agosto de 2019 en Animal Político.