Contribución a un debate controversal: 12 Argumentos en pro de una Revolución Verde

 

Resumen de las teorías de Ralf Fücks

1. Crecimento sostenible para todos. Muchos países en desarrollo están viviendo actualmente su revolución industrial (China, Brasil…). El rendimiento económico global se va a duplicar en los próximos 25 años. Esto es una buena noticia, pero a su vez es una noticia alarmante. Muchos más van a disfrutar de las condiciones de vida que tenemos tantos Europeos. Pero también debemos pensar en lo que supone este crecimiento para nuestro ecosistema: también se duplicará nuestro consumo de recursos naturales y nuestra emisiones. Está claro que nuestro mayor reto en el futuro es el de hacer posible el acceso sostenible de estos países en desarrollo a unas mejores condiciones de vida.

2. Europa tiene el potencial necesario para convertirse en pionera de una nueva revolución industrial, que tiene todas las de ganar. Es cierto que la crisis económica hace muy difícil cualquier inversión. Pero con una distribución más justa de la riqueza y una gran ofensiva en innovación es posible que Europa llegue a ser la número uno en términos de modernización ecológica. Si recortamos en este ámbito, frenando todo proceso innovador, sería un gravísimo error.

3. El crecimiento económico tiene que dejar de ir ligado a la explotación de nuestros recursos naturales. Para conseguirlo tenemos que hacer un doble esfuerzo: en primer lugar necesitamos un uso más eficiente de la energía y en segundo lugar tenemos que “descarbonizar” nuestra economía (es decir hacer uso de energías y materias primas renovables).

4. La transformación ecológica del capitalismo es un enorme proyecto que requiere grandes inversiones e innovaciones: en tecnologías para el uso eficiente de la energía, en energías renovables, en redes eléctricas inteligentes, en nuevos materiales, en producciones de ciclo cerrado, en movilidad eléctrica, en la modernización del tráfico de corto y largo recorrido, en la reconstrucción de las ciudades, en el reciclaje de CO2, en una agricultura ecológica pero poseedora de tecnología punta. La revolución (industrial) verde lleva consigo un amplio período de crecimiento, comparable con el de después del descubrimiento de la electricidad o con la revolución digital.

5. Es necesaria una simbiosis de la tecnología con la naturaleza. La evolución nos ha legado multiples hallazgos fascinantes, de los que la Biotecnología tiene mucho que aprender. Uno de estos inventos de la naturaleza es por ejemplo el de la producción y el consumo de ciclo cerrado: la naturaleza no conoce residuos. La historia de nuestra civilización ha significado una continua emancipación de los imperativos de la naturaleza. Nuestras posibilidades se han visto aumentadas de generación en generación. Ahora se trata de seguir progresando, pero esta vez con ayuda de la naturaleza y no en su contra.

6. Dependendemos de una clima estable, de unos suelos fértiles y de unos ciclos de agua intactos. Si sobrepasamos los límites de resistencia de nuestro ecosistema provocaremos graves crisis. Es por ello que nuestro crecimiento está sometido a claros límites ecológicos. Pero en este punto hay que subrayar que podemos hacer posible que las líneas rojas, que nuestro ecosistema nos muestra hoy en día, no signifiquen límites perpetuos para el crecimiento de nuestra economía. Nuestro recurso más importante se llama creatividad. Gracias a ella poseemos la capacidad de superar cualquier crisis de escasez mediante innovaciones. El factor energía por ejemplo no tiene límites: el sol y la geotermia nos ofrecen fuentes de energía casi innagotables.

7. Hemos llegado a la era del Antropoceno, en la cual los seres humanos nos hemos convertido en un factor geológico muy poderoso. Pero esto no representa un cheque en blanco para un trato irresponsable de la naturaleza. Ecosistemas cruciales para la continuidad de la vida humana, como la atmósfera o los océanos deberían ser administrados de forma común. Para eso necesitamos una administración del medioambiente ejercida por instituciones supranacionales dotadas de poder. Una idea interesante es la fundación de un Banco Climático Global. Este podría otorgar derechos de emisiones de CO2 de forma fiduciaria y podría dedicar los beneficios obtenidos a invertir en la protección del clima de países en desarrollo.

8. La protección del medioambiente empieza por nosotros mismos. No solamente es bueno sino también correcto el comer menos carne, el ir en bicicleta o en tren y el comprar productos de comercio justo… etc. Pero apelar a la consciencia de cada uno y exigir moderación no es suficiente. Para estabilizar el clima, el consumo del CO2 se debe reducir a la mitad hasta el año 2050. Frente al crecimiento masivo de la población, no va a ser posible conseguirlo si sólo nos condenamos al sacrificio. No debemos contenernos y frenar nuestro placer por la movilidad, la moda, la técnología, la comunicación sino que debemos administrar nuestro consumo de recursos naturales de forma más eficiente. El objetivo de una nueva política medioambiental es el de conseguir una nueva forma de producir y no el de crear un nuevo ser humano completamente diferente.

9. Aquel que quiera reducir la producción y el consumo de forma drástica, tarde o temprano acabará actuando de forma autoritaria. Si la humanidad no quiere prescindir voluntariamente de su cómfort se le tendría que obligar, es decir que la democracia acabaría siendo sacrificada en nombre de la ecología. Esa tendencia al control absoluto de la economía y de la sociedad (hasta el punto de pretender controlar las tasas de natalidad) ya era palpable en el famoso informe del Club de Roma llamado “Los límites del crecimiento” del año 1972. Por el contrario se trata de defender la alianza irrevocable que existe entre la ecología y la democracia. En primer lugar, la libertad no puede quedar sometida y subordinada a cualquier otro objetivo. En segundo lugar, una sociedad abierta y con un Estado democrático es mucho más avanzada en lo que se refiere a su capacidad innovadora, a su responsabilidad y a su espíritu emprendedor.

10. A pesar, o precisamente por los excesos de la industria financiera se perfila una nueva tendencia: la economía se está moralizando. Los valores morales no sólo empiezan a jugar un papel fundamental en el comportamiento de los consumidores, sino también en el éxito de las empresas. El comercio justo, normas mínimas sociales y ecológicas, crítica a los experimentos con animales y a la industria de cría intensiva. Además los fondos de inversión éticos adquieren cada vez más relevancia. A esa tendencia a largo plazo se le añade el renacimiento de la economía del bien común: cooperativas, la economía del compartir (File Sharing, el movimiento Open Source), utilizar en vez de poseer (Car Sharing, portales de intercambio en internet).

11. El comienzo de una época de modernidad ecológica sólo puede conseguirse con la alianza de varios actores:

- la política debe predeterminar los límites para la economía y las hojas de ruta para las innovaciones verdes. Para ello se necesita una reforma fiscal ecológica, un comercio efectivo de emisiones, prioridades claras en la política de investigación y en las inversiones públicas, así como: valores límite, cuotas de reciclaje, reglamentación en pro de la transparencia.

- la población civil mantiene vivo el tema con movimientos sociales ecológicos, con inicitivas de consumidores y sindicatos. Ciudadanos críticos y consumidores también hacen uso del poder del escándalo público.

- nunca tantos científicos han investigado nuevas soluciones y nunca antes el conocimiento científico ha progresado tan rápido como lo hace ahora

- hoy en día sólo tienen futuro aquellas empresas que son innovadoras en el ámbito ecológico y que poseen responsabilidad social

12. Precisamente en los tiempos de gran confusión necesitamos un nuevo concepto de progreso. El final de la industralización fósil es al mismo tiempo la inauguración de una nueva economía verde. Tenemos que despertar emociones por una modernización verde. La historia del progreso no ha finalizado, tenemos que reinventarla.

Los éxitos medioambientales de los últimos 30 años nos deberían servir de aliento: la calidad del aire de nuestras ciudades en Alemania ha mejorado; nuestros bosques vuelven a crecer; vertederos han sido saneados y se ha creado un nuevo extenso sistema de reciclaje.

Acuerdos internacionales como el Protocolo de Montreal para la protección de la capa de ozono o la convención para la protección de la biodiversidad. La cuota de mercado de los alimentos orgánicos está creciendo, el número de adeptos al denominado Car Sharing está incrementando, muchas empresas han creado un departamento de medio ambiente y han introducido las garantías y certificados ecológicos. Se han acordado el abandono de la energía nuclear, el desarrollo de las energías renovables y la movilidad eléctrica. La arquitectura y la construcción sostenible son cada vez más comunes. Desde 1990 las emisiones de CO2 de Alemania han bajado un 25%, mientras que al mismo tiempo el rendimiento económico aumentaba más de un tercio.

Aprovechemos este momento!