Relatos de resistencia: Violación sistemática de los derechos humanos durante la huelga nacional de 2021

Fotoreportaje

El paro nacional 2021 congregó a jóvenes de diversos sectores y movimientos sociales de zonas urbanas y rurales de toda Colombia, donde se movilizaron para realizar protesta social. La violación sistemática de los derechos humanos, la falta de oportunidades educativas, el desempleo, la desigualdad, la violenta represión estatal y la pobreza son razones por las que miles de jóvenes salieron a las calles y carreteras de todo el país para protestar.

El paro nacional del 2021 hizo confluir a hombres y mujeres jóvenes de varios sectores y movimientos sociales en espacios urbanos y rurales a lo largo del territorio colombiano, en donde se desarrolló el ejercicio de movilización y protesta social. La violación sistemática de los derechos humanos, la falta de oportunidades de estudio, el desempleo, la desigualdad, la represión violenta del Estado y la pobreza son razones por las cuales miles de jóvenes salieron a las calles y a las vías de todo el país a protestar. 

En el sur del país, específicamente en el departamento de Nariño, la alta participación de los jóvenes en las calles dio una muestra del sentimiento de inconformidad hacia el gobierno del expresidente Iván Duque; la juventud nariñense tuvo fuertes escenarios de confrontación con la fuerza pública pero también encuentros de diálogo, de arte y cultura en espacios urbanos y rurales.

En Nariño, al suroccidente de Colombia, uno de los municipios en donde hubo organización y participación juvenil en el paro nacional del 2021 fue Leiva; hombres y mujeres se movilizaron desde zonas rurales hacia las vías principales del país para bloquearlas y así expresar el descontento social con la situación crítica por la cual Colombia estaba atravesando en ese momento; Mojarras fue el punto de bloqueo en la vía Panamericana al cual la comunidad de Leiva se unió.

La participación de todos y todas fue importante por el apoyo mutuo que se presentaban en los diversos sectores de la sociedad, Aldair es un joven campesino, tiene 27 años y hace varios años participa en la promoción de los derechos humanos y la calidad de vida digna para su comunidad. Aldair como muchos otros jóvenes no tuvo la oportunidad de estudiar una carrera profesional, sin embargo, gracias a muchos procesos comunitarios, él se ha formado como un líder juvenil que busca y trabaja en servicio de su comunidad.

En el paro nacional del 2021 la contribución de los jóvenes en los procesos de convocatoria, de resistencias, de comunicación fue valiosa y bien recibida por los mayores; los jóvenes demostraron que están preparados para tomar palabra por su comunidad y por los procesos sociales que la atraviesan. Aldair como muchos otros jóvenes busca un cambio a través de las ideas y las palabras, un cambio que beneficie a todos los habitantes de su municipio.

Este paro se caracterizó por la buena coordinación y organización de los líderes comunitarios y la participación de los líderes juveniles, hubo discusiones ideológicas, encuentros entre los líderes y su comunidad, reuniones entres lideres o representantes y la institucionalidad. Mediante esos diálogos se logró recuperar el Hogar Juvenil Campesino de Leiva, el cual actualmente mediante mingas comunitarias busca ser restaurado para ser habitado. Este hogar busca ser un lugar de encuentro para los habitantes del municipio, un lugar donde poder discutir desde la diversidad de pensamientos nuevas ideas para seguir construyendo bases sólidas de participación, solidaridad, convivencia y economía en la comunidad del municipio de Leiva.

En cada minga los pobladores han logrado ir mejorando el espacio, cortando maleza, podando hierba, limpiando el espacio, poniéndole color a las paredes, arreglando caminos, cercando el predio del hogar juvenil. Esta es su ganancia, saben que es un espacio que les pertenece a todos y por ende debe ser cuidado por todos también.

Cada encuentro, cada minga es una oportunidad para fortalecer un sentido de comunidad, su sentido de solidaridad y empatía. Así mismo se reconocen como integrantes de una colectividad y se apropian del lugar que les corresponde dentro de ella.

Yuly asiste a las mingas convocadas por su comunidad y colabora en las actividades que le sean delegadas, es una mujer joven, es tímida, pero es muy alegre; ella junto con otras mujeres se organizaron para dar apoyo en el punto de bloqueo en la vía Panamericana en Mojarras recolectando alimento y cocinando para todos sus compañeros.

“Si estamos organizados podemos hacer muchas cosas para cubrir las necesidades y dificultades en el territorio” expresa Edwin, campesino y vicepresidente de la junta de acción comunal de la vereda El Bosque, en el municipio de Leiva.

Edwin es un joven que decidió movilizarse en el Paro Nacional de 2021 junto con su comunidad, mediante una asamblea veredal, la comunidad se organizó y apoyó la movilización pacífica desde la ruralidad.

Edwin no pudo acceder a la educación universitaria y sabe que para los jóvenes campesinos es difícil acceder a ella, esta fue una de las razones por las cuales se movilizó y considera que la educación superior es un reto en la actualidad.

El paro nacional trajo cosas buenas para su comunidad, se creó la mesa municipal de negociación conformada por todos los presidentes de las veredas, pero lo más importante fue fortalecer la unión entre la comunidad a través del liderazgo, las ideas, la juntanza y el reconocimiento de que todos conforman una sociedad y son importantes dentro de ella.

Meyer tiene 30 años y es presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Placer. Mediante una asamblea veredal él y su comunidad decidieron desplazarse hacia las vías con el fin de apoyar las movilizaciones que se realizaban en las ciudades capitales. La participación juvenil fue lo más importante que les dejó el paro nacional porque los jóvenes de su comunidad saben que sus opiniones son válidas, así participan de los espacios de diálogo y aportan ideas para el desarrollo de su comunidad.

Lis es diseñadora gráfica y animalista, ha trabajado en espacios comunitarios con mujeres y niños, en el paro nacional del 2021 promovió espacios de convocatoria, comunicación y diálogo para dar visibilidad de las acciones juveniles en su municipio, para ella los logros más importantes fueron la unión y el apoyo comunitario, en sus propias palabras “el reconocimiento de que estamos en todas partes, pero somos uno solo yendo por el mismo camino”.

La participación de la mujer en todos los procesos comunitarios fue importante porque es la primera vez que las mujeres pueden hablar desde el feminismo, de su sentir y de sus ideas en comunidades que históricamente han sido lideradas por los hombres. Lis partici en estos espacios en donde las mujeres se organizaron y decidieron participar del paro nacional recolectando alimentos y elementos de primeros auxilios, estos procesos comunitarios creados por y para las mujeres continúan y se buscan integrar a otras mujeres, niños y niñas que permanezcan y potencien.

Samaniego es otro municipio del departamento de Nariño en el cual se trabajan procesos juveniles que hacen resistencia social a la violencia que históricamente los ha golpeado, son varios hombres y mujeres que trabajan por la apropiación de una cultura de paz que cuide la vida de todos sus habitantes.

Una de esas mujeres que ha dedicado su tiempo y su esfuerzo por la lucha de los derechos humanos es Salomé, ella es Consejera Municipal de Juventudes, hace parte de la Plataforma Municipal de Juventudes, de la Juventud Rebelde en Nariño y para la vida de su comunidad ejerce un rol de lideresa juvenil y defensora de los derechos humanos, también es integrante del Movimiento Juvenil 15 de agosto, que surge en homenaje a los 8 jóvenes que fueron masacrados esta misma fecha en el año 2020.

En el municipio de Samaniego se realizaron movilizaciones simultáneas a las del territorio nacional. Se ubicó en el parque principal una carpa de información dirigida a informar sobre el paro nacional y también por decisión de la comunidad se movilizaron hacia otros puntos de bloqueo de vías (El Espino y Tangua). Salomé ejerció la labor como defensora de derechos humanos, exigiendo respeto y garantías a la protesta social por parte de la fuerza pública.

Los aprendizajes para ella y su comunidad fueron el autocuidado, el cuidado de la vida de cada compañero y el cuidado del entorno en el cual se encontraban ejerciendo su derecho a la manifestación; el empoderamiento de los espacios de participación por parte de los jóvenes fue la ganancia que obtuvieron frente al paro nacional.

En Pasto, la capital del departamento de Nariño las juventudes se agolparon en espacios de protesta, de diálogo, de asambleas comunitarias, los y las jóvenes se tomaron estos espacios para demostrar el descontento social a través del arte y la cultura.

En las largas jornadas de movilización nació desde distintos grupos de mujeres la necesidad de apoyar a los compañeros y compañeras de la primera línea de alguna manera y se inició el reconocimiento de las necesidades y fue así como se gestó la idea de organizar ollas comunitarias que permitieran alimentar a los jóvenes hombres y mujeres que hacían parte de la primera línea.

Estas ollas comunitarias iniciaron desde cero y las mujeres que las organizaron se encargaron de conseguir sus propios recursos para mantenerlas durante todo el paro nacional. Estefanía es una joven cantante y mamá, participó activamente en la olla comunitaria feminista.

La olla comunitaria fue un ejercicio de cuidado, de promover la alimentación como prioridad básica del ser humano, pero también de cuidar la vida del que tienes al lado.

Las ollas comunitarias fueron un punto de convergencia para las personas que se movilizaban, alimentaban al menos a 700 personas cada jornada, entre integrantes de primera línea, habitantes de calle, población migrante, vendedores ambulantes, defensores de derechos humanos, migrantes, personal de primeros auxilios y participantes de la movilización en general. En este espacio hubo un reconocimiento de la necesidad, del hambre y de la precariedad en la sociedad, y sobre cómo se invisibilizan estas problemáticas sociales. La existencia de ollas comunitarias significaba resistencia.

Estefanía acompañó las jornadas de movilización, los espacios culturales y de diálogo, a muchas de estas jornadas asistió con su hijo Isam. Y frente a esto se generaron dinámicas de cuidado alrededor del niño por parte de sus compañeras, salir a movilizarte siendo madre significa tener que volver a casa sana y salva para al día siguiente nuevamente salir para exigir una mejor calidad de vida, oportunidades para los hijos propios y los hijos de las demás.

En el paro nacional de 2021 muchas mujeres fueron violentadas por las fuerzas policiales, pero también por los propios compañeros de movilización; por estas razones se generan dinámicas de cuidado entre mujeres, acompañarse y estar juntas hasta llegar a sus casas sanas y salvas.

El paro nacional fue un espacio de resistencia que le costó la vida a muchas personas, que marcó la historia reciente de Colombia y dejó reflexiones a quienes se movilizaron. Sin la participación, la resistencia y la perseverancia de miles de jóvenes en todo el país este espacio de movilización no hubiese sido posible y es por eso de vital importancia que el mundo conozca relatos de resistencias de las personas que participaron del estallido nacional.

El futuro es prometedor para todos porque desde las bases de las comunidades rurales o urbanas seguirán trabajando para mejorar las condiciones de vida de las mismas y procurar la vida digna de los millones de habitantes que comparten un espacio físico llamado Colombia.

“Es la hora de los jóvenes”.


Este fotoreportaje realizado con el apoyo de la Unidad Global de Apoyo a la Democracia de la Heinrich-Böll-Stiftung Unión Europea forma parte del webdossier Juventudes y derechos humanos. Voces jóvenes en aumento y fue publicado originalmente aquí en inglés.