El sol quema encima la marcha silenciosa que se está acercando lentamente a la “Ley del Monte”. Un grupo de alrededor de 50 personas, algunas de ellas llevan carteles o camisas con fotos de personas, otras llevan gorras bordadas con nombres. Todas han venido con el mismo propósito: mantener vivo el recuerdo del hijo, esposo, tío, hermano o amigo y reclamar justica.
“La Ley del Monte” es un predio que se encuentra a 20 minutos del centro de Lagos de Moreno, una pequeña ciudad a 180 km de la capital de Jalisco. Hace muchos años este sitio era un lugar de peregrinación donde la gente iba a visitar la imagen de la Virgen de Guadalupe, luego sirvió como una tienda de abarrotes y fue nombrada “La Ley del Monte” según una famosa canción méxicana interpretada por Vicente Fernández. En 2013 este lugar fue testigo de un crimen atroz: cinco jóvenes, Daniel Armando Espinosa Hernández, Ángel de Jesús Rodríguez Hernández, José Gerardo Aguilar Martínez, Eduardo Isaías Ramírez y Rodrigo Espinosa Aguayo, fueron detenidos y desaparecidos en la noche del 7 de Julio 2013 por un grupo de civiles armados, presuntos integrantes del Cartel Jalisco Nuevo Generación[1], un grupo local del crimen organizado. Después de una búsqueda de varios días los restos de sus cuerpos fueron encontrados en el predio de la “La Ley del Monte”.
La marcha llega a su destino, un edificio abandonado al lado de la carretera. Alrededor no hay nada, lo único que se ve son unas camionetas y unos carros que pasan de vez en cuando; el silencio solo está interumpido por los gritos de los puercos del matadero al otro lado de la carretera. La fachada del edificio está muy colorida y decorada con los retratos de cinco rostros que parecen como si estuvieran vigilando el lugar.
Durante la semana del 20 al 25 de agosto 2017 los amigos y familiares de los cinco desaparecidos convirtieron este lugar de crimen en un lugar de memoria. Se realizó una serie de actividades convocadas por el colectivo RECO (recordar reconstruir reconciliar), con la participación del muralista Fernando Méndez Corona y el apoyo de la Fundación Heinrich Böll.
Una de las actividades fue la “Ruta de Memoria”, un recorrido de los familiares y amigos a los lugares donde vivían las víctimas. Casi todas las familias se habían mudado después de lo ocurrido el 7 de Julio 2013 – por miedo y amenazas. Se marcaron cada una de las casas con la frase “Memoria que resiste” y pegaron pañuelos que habían bordado el día anterior en el kiosko del parque de Lagos de Moreno. Esta actividad siguió el ejemplo de la iniciativa “Bordando por la Paz” que es una práctica de memoria muy popular en el contexto del fenomeno de la desaparición forzada a nivel latinoameriano. La idea de esta práctica es reunirse en público y bordar juntos como acto de denuncia pública y de reconstrucción del tejido social. En México el movimiento ha cobrado mucha fuerza y hasta en Europa y en los Estados Unidos se están juntando personas para bordar en espacios públicos para llamar la atención sobre las víctimas de la desaparición forzada en México.
Un mural de amor y solidaridad
La inauguración empieza. Las palabras cuestan, no hay mucho por decir frente a lo ocurrido. Unos amigos prepararon poemas, una madre invita a los presentes a hacer una oración que está interrumpida por sollozos. Sin embargo, lo importante no son las palabras sino el hecho de compartir, de estar unidos en este lugar de crimen que se está convirtiendo en un lugar de memoria.
Este mural significa para mí, amor y solidaridad. Amor porque nunca vamos a dejar de recordar. El amor existe. Dicen que los muertos se mueren cuando los olvida uno. Pero nosotros no. Siguen presentes. Refuerza que esto pasó aquí, fue real, no es un chisme, hay un expediente. Entonces nosotros también quisimos hacerlo para que se sepa que sí pasó,
comenta la madre de uno de los jóvenes desaparecidos.
Para muchos de los familiares el trabajo comunitario de elaborar el mural fue la primera ocasión de volver a este lugar desde el 2013. Es una oportunidad para hacer frente a los acontecimientos y a las emociones que evocan los recuerdos. También es una oportunidad para apoyarse mutuamente creando vínculos de amistad. “Llegó el momento en que nos dio el sentimiento, llegué a estar pintando llorando pero luego ya había bromas entre nosotros también, nos reímos, comimos porque traían tortas, traían refresco y fue un conjunto así muy bien, una participación muy creativa”, cuenta un familiar.
Más allá de la construcción del mural, la actividad artística tiene un gran poder en el proceso de superación de traumas personales. El muralista Fernando Méndez Corona que apoyaba en la actividad explica: “Lo que yo considero lo más importante del trabajo – a veces más que incluso la pintura misma – es el proceso de ejecución. Cuando lo estamos pintando es de verdad la acción que prevalece en ellos. Y les cambia algo. Es una manera de catarsis, es el poder que tiene el ejercicio del arte. Ya no le tienen miedo al lugar. Se sienten más apropiados del mismo.”
Un mural para proclamar la verdad
En la inauguración del lugar de memoria, un familiar sube a una silla y empieza a tachar las últimas letras de las palabras “La Ley del Monte” que era el nombre del edificio escrito en la puerta. Nadie de los presentes está hablando. Luego, pone las palabras “de la Verdad” con una plantilla y la pega abajo. El renombramiento del lugar representa un acto simbólico muy importante. Ahora ya no es un lugar de dolor sino un lugar de recuerdo y de esperanza. El nuevo nombre, “La Ley de la Verdad”, es el resultado de una larga discusión entre los familiares en uno de los talleres que se realizó durante la semana. Esta decisión colectiva refleja un fuerte deseo por parte de los familiares de que se sepa la verdad.
En 2014 el presidente municipal de Lagos de Moreno ofreció una disculpa pública proclamando que los desaparecidos habían sido víctimas inocentes. “Aquí la exigencia siempre ha sido la verdad, que no criminalicen a las víctimas. Para ellos la disculpa pública fue un acto de reparación muy importante”, explica Alfonso Díaz del colectivo RECO. “En México lo que pasa en estos casos es que el discurso oficial dice que andaban en algo. Entonces dar esta disculpa pública a los familiares es muy significativo porque además fue el primer presidente municipal que se disculpaba y reconocía abiertamente que los familiares no eran delincuentes. La disculpa pública fue un punto para que socialmente se reconociera que son víctimas.”
Después de la parte oficial de la inauguración todos se quedan a almorzar. Hay tacos con ensalada, agua de horchata, refrescos y cerveza. El ambiente cambia. Se escuchan risas, niños jugando, la gente está disfruntado de la cominda y de la cerveza, haciendo bromas, compartiendo anecdotas sobre sus familiares. Eso también es recordar.
Pero, ¿qué va a pasar después, cuando todos vuelvan a sus casas en este día?, ¿cómo se puede dar seguimiento al memorial y el sentimiento que surgió en esta semana de talleres y actividades en torno de la memoria?
Una memoria viva
Para mantener vivo el recuerdo se busca establecer prácticas de conmemoración:
Los procesos de recuerdo se construyen a partir de espacios pero también a partir de prácticas. Para que sea un lugar de memoria no basta con decir “Esto es un lugar de memoria” y pintarlo. Tiene que llenarse con prácticas que correspondan a eso, con vida. Darle vida no es pintarlo de colores. Es marcarlo, señalarlo y darle un nuevo significado. Las prácticas, las conmemoraciones, los cumpleaños, celebraciones, festejos, todo esto que estamos esperando que se pueda construir después es lo que va a sostener ese lugar,
explica Alfonso Díaz del colectivo RECO.
El círculo de familiares y amigos en Lagos de Moreno se ha propuesto cuidar y mantener el lugar y venir a visitar el memorial cada siete del mes en conmemoración del 7 de Julio 2013. Además, iniciaron un proceso de extinción del dominio con el objetivo de conseguir el derecho a construir una capilla en el terreno.
Memoria en medio del terror
El ejemplo de Lagos de Moreno es un paso en un largo camino hacia la construcción de una memoria nacional sobre la violencia y la desaparición forzada en México. A pesar de que la convocatoria para los talleres y la creación del mural estuviera abierta y tuvo mucha circulación en los medios, la asistencia ha sido muy poca, dado el hecho que en Lagos de Moreno han desaparecido alrededor de 100 personas. Para el colectivo RECO, sin embargo, eso no es un motivo de desaliento sino más bien un signo de los tiempos:
“Creo que eso es respuesta o resultado del momento que está viviendo México ahorita. De todas maneras estas prácticas de conmemoración son procesos de una memoria prematura. Hacer esto en medio del terror, hacer esto cuando el autor intelectual de todo esto vive en un pueblo aquí cerca y se burla de las víctimas en facebook y sigue teniendo el poder y la protección de todo el aparato de Estado. La gente tiene miedo y tiene por qué tenerlo. A este tipo de intervenciones a veces viene muy poca gente, pero tiene un eco cuando alguien ve la noticia y dice, ‘Ah ok, mira, esto se está haciendo allá, se puede hacer’ - eso también moviliza otras cosas.”
En Lagos de Moreno vemos un ejemplo de lo que significa solidarizarse, no conformarse y luchar por la verdad y la justicia. Esperemos que el ejemplo de Lagos de Moreno se multiplique en muchas partes del país y que juntos podamos construir una memoria que resiste al olvido y a la impunidad.