Geoingeniería. El Gran Fraude Climático

Mientras el planeta se calienta rápidamente y esto se manifiesta en olas de calor, inundaciones, sequías y huracanes, la geoingeniería —la manipulación a gran escala de los sistemas naturales de la Tierra— se presenta cada vez más como una estrategia para contrarrestar, diluir o retrasar el cambio climático sin alterar las economías de consumo intensivo de energía y recursos. Es alarmante el hecho de que los debates actuales sobre este gigantesco remiendo tecnológico estén limitados a un pequeño grupo de autoproclamados expertos que reproducen visiones del mundo antidemocráticas y perspectivas tecnocráticas y reduccionistas. Los países del Sur global, los pueblos indígenas, las comunidades locales, no tienen voz ni participación en las discusiones.

Como este informe detalla, cada una de las tecnologías de geoingeniería propuestas amenaza a los pueblos y a los ecosistemas. Las evaluaciones integrales de estas tecnologías también muestran que si éstas son aplicadas y desplegadas a gran escala, existen altas probabilidades de que empeoren, en vez de que mitiguen, los impactos del calentamiento global. Su irreversibilidad, el riesgo de que sean convertidas en armas bélicas y las implicaciones para las actuales dinámicas de poder global inherentes a la geoingeniería a gran escala, también la vuelven una opción inaceptable. En 2010, los gobiernos del Sur global llevaron el tema ante el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) y lograron una moratoria de facto al despliegue de la geoingeniería y su experimentación en campo abierto.

Entonces, ¿por qué vemos hoy el escalamiento del discurso de la geoingeniería? 

En resumen, se trata de la “tiranía de la urgencia” del cambio climático, a través la cual se promueve la necesidad de la geoingeniería desde artículos académicos y modelos computacionales hasta las propias negociaciones sobre política climática global, y más relevante en el plazo inmediato, se intenta justificar experimentos en campo abierto. 

Por supuesto que hay urgencia. Después del Acuerdo de París, los gobiernos deben reconocer que las estrategias dirigidas a una “ligera” reducción de emisiones no son suficientes. Necesitamos una conversación honesta sobre las vías para lograr reducciones drásticas de emisiones, que trasciendan el pensamiento económico imperante. Necesitamos también estrategias socialmente justas y culturalmente adecuadas para que se pague la deuda de carbono y de suelos mediante una vasta y cuidadosa restauración de los ecosistemas naturales.

Enfocarse en las técnicas de geoingeniería en vez de enfrentar las causas de fondo del cambio climático constituye una decisión política, no un destino inevitable. Elegir la geoingeniería significaría que es más aceptable el riesgo de dañar irreparablemente nuestro planeta que alterar el sistema económico dominante. No es una necesidad técnica o científica, sino la defensa de un statu quo fallido que continúa protegiendo las riquezas de unos cuantos.

Geoingeniería: el gran fraude, actualiza y aumenta el informe Geopiratería, argumentos contra la geoingeniería publicado en 2010. Este informe, elaborado conjuntamente por el Grupo ETC, Biofuelwatch y la Fundación Heinrich Böll, ofrece a las organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales y populares, tomadores de decisiones, periodistas y otros agentes de cambio social, un panorama general más completo sobre los actores centrales, las tecnologías y los foros de negociación de la geoingeniería. También proporciona un análisis e historia del debate, los distintos intereses que lo han perfilado y estudios de caso informe argumenta a favor de una urgente e inmediata prohibición al despliegue y la experimentación en campo abierto de la geoingeniería del clima, prohibición que debe ser supervisada por un mecanismo de gobernanza multilateral, robusto y responsable.

Un debate sobre la geoingeniería y su gobernanza es necesario, pero éste debe ser desde las bases de la sociedad, amplio, participativo y transparente, fundamentado en el derecho internacional, construido a partir del principio precautorio y alimentado por la rigurosa comprensión de prácticas reales, existentes, transformadoras y justas. Necesitamos un movimiento de movimientos que se unifique en oposición a la falsa “solución” que representa el remiendo tecnológico de la geoingeniería frente a la crisis climática y que se enfoque en cambios reales. Un movimiento que comience con las comunidades y las organizaciones de la sociedad civil. Un movimiento de movimientos que exija: ¡No manipulen la Madre Tierra!



1 de diciembre de 2017

Barbara Unmüssig • Presidenta, Fundación Heinrich Böll

Pat Mooney • Co-fundador, Grupo ETC

Rachel Smolker • Co-directora, Biofuelwatch

 

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