Victor Santiz, valor en la lucha en contra de las adicciones y la inseguridad alimentaria

Fotobiografía

El joven chiapaneco, originario de San Cristóbal de las Casas, se dedica a ayudar a juventudes que viven en pobreza extrema y que son amenazados por las drogas, desde un enfoque de agroecología y paz.

Texto: Javier Escalante Rosado
Fotos: Laura
Santiz García 

Víctor Santiz García trabaja en Mitontic, Chiapas, uno de los municipios más marginados y con mayor migración de México. Alejado de los privilegios y fuera de todo pronóstico salió adelante; es constructor de paz y trabaja con 130 familias ofreciendo capacitación agroalimentaria. 

En México, según estadísticas del Censo Poblacional 2020, hay poco más de 10 millones de personas que viven en pobreza extrema. Para tener una idea, Mitontic es una de las 10 comunidades más pobres de todo el país.

Aquel poblado, ubicado sobre la selva de la montaña, tiene un índice de desarrollo comparado con Gambia en África, pues el 97 por ciento de la población viven con escasos recursos. 

La infancia y adolescencia de Víctor fueron duras, creció en un ambiente hostil, en donde las drogas y el alcohol eran los recursos a la mano que permitían a las juventudes “salir” de la cruda realidad que viven. 

Pese a todo pronóstico, decidió que ese no era el camino, tomó una guitarra y comenzó a tocar. La música le permitió conseguir sus primeros empleos en bares o restaurantes, oficio que le dio la oportunidad de conseguir dinero para terminar la licenciatura en derecho. 

“Ser joven en mi comunidad, es vivir en un contexto de adicciones y violencia, ante la falta de oportunidades, estos caminos suelen ser seguidos con facilidad”, explicó. 

Al llegar a su vida universitaria, el panorama se amplió, y entendió que había un sistema político-social que de una u otra manera había oprimido a su comunidad, lo que les hacía vivir en pobreza y tener inseguridad alimentaria. Es en ese momento decidió hacer algo. 

Sus primeros esfuerzos los enfocó en organizar torneos de fútbol y ofrecer clases de música, como pretexto para acercar a las juventudes y capacitarlos desde una visión que les permita defender sus derechos humanos. 

De esta manera, busca ofrecerles alternativas que les haga ver más allá del consumo de sustancias nocivas para su salud. 

Cuando hay hambre, las letras no entran

“Parece una frase muy trillada, pero es real, es imposible querer hablar de derechos o de educación a una comunidad que tiene necesidades básicas como la alimentación; cuando hay hambre, las letras no entran”, asegura Víctor después de la experiencia adquirida.

Esta idea concebida por él, lo llevó a evolucionar su proyecto originado en su vida universitaria, y entender, que para construir la paz positiva, primero había que atender el tema de la desnutrición. 

Actualmente lidera el programa Cultivando Alimentos para el Buen Vivir, que a través de capacitaciones comunitarias permite la siembra de hortalizas, plantación de cafetales y crianza de aves criollas. Ha impactado a 130 familias y ha beneficiado a más de 900 personas. 

“Nuestro trabajo va rindiendo frutos, de la mano con las familias y las juventudes, capacitamos desde un enfoque de transición agroecológica, la siembra de vegetales, tales como el cilantro, betabel, lechuga, por mencionar algunos; esto posibilita aumentar la seguridad alimentaria en la región”, agregó. 

En 2050, comunidades sin juventudes

Lo que más le preocupa a este joven activista de 30 años de edad, es que para el 2050, se estima una disminución de jóvenes en las comunidades rurales, pues ante la falta de oportunidades, emigrarán a las urbes y grandes ciudades. 

“Este fenómeno es preocupante, si no hacemos algo por las juventudes hoy, más adelante puede ser demasiado tarde, pensar en comunidades sin jóvenes es prácticamente asegurar que los índices de desarrollo no aumentarán, que la pobreza incrementará y que la inseguridad alimentaria estará aún presente”, advirtió. 

Víctor Santiz recientemente participó en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 26, 2021) con sede en Glasgow, Escocia. Fue como representante de una organización observadora que trabaja para hacer frente al cambio climático. Ahí planteó la necesidad de un relevo generacional y como el programa que lidera le permite a las juventudes transitar en el campo mexicano. 

Actualmente, trabajan con agricultoras y agricultores, basados en una educación no formal. Recientemente fundaron el Centro de Aprendizaje Comunitario Chalam, en donde capacitan en habilidades socioemocionales y liderazgo juvenil, expresiones artísticas y emprendimiento y liderazgo juvenil. 

“Nuestra intención con el Centro de Aprendizaje Comunitario es promover métodos de enseñanza prácticos, que permitan a las personas seguir viviendo dignamente en la comunidad para evitar la migración y fomentar el arraigo comunitario”, añadió. 

Su trabajo consiste en tres niveles de incidencia, primero crean una red a partir de actividades, después forman a las juventudes, y por último, trabajan en la capacitación de formadores que les permita replicar los procesos. 

“Trabajamos con personas de 15 a 18 años de edad, hemos impactado a nueve comunidades de tres municipios, y más de 1200 personas”, indicó. 

Contra el autoritarismo

Víctor cree que la vida universitaria influyó mucho en él, pues considera que fue la puerta del conocimiento para hacer lo que hoy hace. 

“En las comunidades aún se cree que las y los jóvenes no saben mucho, hay una idea adultocentrista que permea en el colectivo social; basta con conocer los planes de gobierno de los ayuntamientos o ver las edades de las personas que ahí trabajan, las juventudes aún no juegan un papel importante”, lamentó. 

Es por ello que considera que el trabajo que realiza empodera a las juventudes, más en contextos tan difíciles como lo es vivir en pobreza. 

Esta dedicación lo llevó a ser acreedor al Premio Nacional de Acción Voluntaria y Solidaria 2019, que recibió en la Ciudad de México.

Este galardón es entregado por el gobierno mexicano,  reconociendo a personas que implementan acciones sociales voluntarias y solidarias para mejorar las condiciones de desventaja que existen en la sociedad.

Entre otros logros, participó en el décimo aniversario de la Iniciativa Whitaker para la Paz y el Desarrollo, fundado por el Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO para la Paz y la Reconciliación, Forest Whitaker, asistió como representantes de México para compartir los procesos comunitarios que impulsamos en Chiapas, México.


Esta fotobiografía realizada con el apoyo de la Unidad Global de Apoyo a la Democracia de la Heinrich-Böll-Stiftung Unión Europea forma parte del webdossier Juventudes y derechos humanos. Voces jóvenes en aumento y fue publicado originalmente aquí en inglés.