El agua es un bien común, es patrimonio de la humanidad y de la biosfera. Todos los que habitamos este planeta, la recibimos como herencia. Herencia que implica la imposibilidad de poseer el agua, así como la obligación de conservarla para nuestros herederos. El gran desafío entonces, es cómo integrar tanto el aspecto del derecho humano al acceso –equitativo– al agua, como el de la necesidad de proteger y defender este recurso como tal, siendo ello también una expresión de un nuevo entendimiento del valor del agua para los ecosistemas en todas sus dimensiones. El trabajo de la Fundación en la región va por ese camino, para definir una política del agua democrática y sustentable.