El 3 de septiembre de 2025, la Comisión Europea presentó el Acuerdo de Asociación UE-Mercosur y el acuerdo modernizado UE-México para su aprobación. En el contexto del acuerdo comercial UE-EE.UU. anunciado recientemente, estos acuerdos suponen uno de los mayores avances en la política comercial de la Unión Europea en los últimos años. Tras largas y difíciles negociaciones, la UE avanza en un orden comercial mundial en rápida evolución. Sin embargo, varios Estados miembros de la UE se oponen y siguen existiendo dudas sobre la sostenibilidad y el sector agrícola europeo. Hemos formulado tres preguntas a la eurodiputada Anna Cavazzini (Verdes/ALE), presidenta de la Comisión de Mercado Interior y Protección del Consumidor del Parlamento Europeo y miembro suplente de la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo.

1. En un orden comercial mundial marcado por la incertidumbre y el proteccionismo, ¿no es una buena noticia que la UE siga siendo capaz de avanzar en importantes acuerdos comerciales, como los firmados con Mercosur y México?
Sí. En general, acogemos con satisfacción una asociación más cercana con países democráticos como México, Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. La política comercial de Trump demuestra que tenemos que diversificarnos y que no podemos depender de los matones. Por eso los Verdes intentaron que el acuerdo con el Mercosur fuera más sostenible. Sin embargo, tenemos que juzgar los acuerdos en función de su contenido y no solo de la necesidad geopolítica. Y, lamentablemente, el acuerdo con el Mercosur, tal y como está tiene graves deficiencias. La UE no debe repetir los errores del pasado dando prioridad a los beneficios económicos a corto plazo por encima de la sostenibilidad.
El acuerdo en su forma actual plantea el riesgo de acelerar la deforestación, aumentar las emisiones de CO₂ y socavar los propios objetivos climáticos y medioambientales de la UE. Esto es especialmente preocupante, ya que la Amazonía ya ha sido deforestada en un 17 % y colapsará por completo cuando la deforestación alcance el 20-25 %. El crecimiento económico debe ajustarse a los límites del planeta; de lo contrario, simplemente estaremos sacrificando nuestro futuro en aras del beneficio económico. Y el crecimiento económico debe repartirse de forma equitativa. Sin embargo, el acuerdo entre la UE y el Mercosur corre el riesgo de atrapar a los países del Mercosur en el papel de proveedores de materias primas e impedirles ascender en la cadena de suministro, ya que el 84 % de las exportaciones de la UE al Mercosur son productos transformados, mientras que el 75 % de las exportaciones del Mercosur son materias primas (productos agrícolas, minerales). Por lo tanto, los sindicatos de los países del Mercosur advierten contra la pérdida de puestos de trabajo y la desindustrialización.
2. El acuerdo propuesto con Mercosur incluye referencias al Acuerdo de París, pero usted sostiene que se necesita más. ¿En qué aspectos se queda corto este acuerdo?
La inclusión del Acuerdo de París como «elemento esencial» es un paso adelante, pero sigue siendo muy difícil de poner en práctica. El capítulo sobre sostenibilidad del acuerdo es débil: carece de compromisos vinculantes para detener la deforestación, proteger los derechos de los pueblos indígenas o garantizar el cumplimiento de las normas medioambientales de la UE. Por ejemplo, el acuerdo no impide que la exportación de productos básicos como la soya, la carne de vacuno y el bioetanol, principales impulsores de la deforestación, esté vinculada a la tala ilegal de bosques o a abusos contra los derechos humanos. La nueva normativa de la UE sobre deforestación es una herramienta positiva, pero se ve socavada por lagunas jurídicas, como el hecho de permitir a los países del Mercosur utilizar sus propias definiciones de deforestación, que a menudo son menos estrictas.
Además, el acuerdo no aborda la exportación de pesticidas prohibidos a los países del Mercosur, lo que no solo perjudica a los ecosistemas y las comunidades locales, sino que también repercute en los consumidores de la UE en forma de alimentos contaminados. Sin salvaguardias sólidas y jurídicamente vinculantes y sin un mecanismo para suspender los beneficios comerciales si se incumplen los objetivos de sostenibilidad, el acuerdo corre el riesgo de convertirse en una licencia de lavado de imagen verde para la destrucción del medio ambiente. Un acuerdo sostenible incentivaría el comercio de productos sostenibles y desalentaría los productos nocivos, y no al revés.
3. Más allá de las cuestiones medioambientales, ¿qué oportunidades y retos ve para los agricultores europeos y las pymes en particular?
Para los agricultores europeos, el acuerdo con el Mercosur es un arma de doble filo. Por un lado, ofrece acceso a nuevos mercados y materias primas más baratas, como la soya para la alimentación animal. Por otro, los expone a la competencia desleal de los productos agrícolas del Mercosur, más baratos y de menor calidad, en particular la carne de vacuno, las aves de corral y el azúcar, que podrían inundar el mercado de la UE y hacer bajar los precios. Esto es especialmente problemático para las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas, que carecen de los recursos necesarios para competir con las grandes empresas agrícolas a ambos lados del Atlántico. Las débiles salvaguardias del acuerdo en materia de seguridad alimentaria y bienestar animal perjudican aún más a los productores de la UE, que operan bajo regulaciones más estrictas.
Se calcula que el beneficio económico global será de aproximadamente un 0,1 % en el crecimiento del PIB de la UE. En el caso concreto de las pymes, los beneficios del acuerdo son limitados. Si bien puede abrir oportunidades de contratación pública en el Mercosur, el acuerdo beneficiará principalmente a las grandes empresas, especialmente en los sectores automovilístico y químico. La falta de protecciones laborales y medioambientales sólidas también supone un riesgo para las empresas de la UE que dan prioridad a la sostenibilidad. Sin un apoyo significativo a las pymes y sin condiciones equitativas para los agricultores, el acuerdo podría agravar las desigualdades dentro de la propia economía de la UE, beneficiando solo a un puñado de empresas multinacionales y dejando atrás a los actores más pequeños. La UE debe garantizar que la política comercial sirva a todos sus ciudadanos, no solo a unos pocos.
Las opiniones y puntos de vista expresados en este artículo no reflejan necesariamente los de la Fundación Heinrich Böll.