de Luis Ignacio Román Morales, ITESO
México ha sido desde hace un siglo un país marcado por el corporativismo, al estilo desarrollado desde el siglo XIX por Otto Bismark. El actual partido en el poder, el Revolucionario Institucional (PRI) no fue creado, a diferencia de la tradición de las democracias occidentales, para acceder al poder, sino para conservarlo luego de la guerra 1910-1921. Con diferentes denominaciones, este partido mantuvo el gobierno desde 1929 hasta el año 2000, cuando el Partido Acción Nacional (PAN) asumió el poder y lo mantuvo 12 años, pero sosteniéndose en la misma lógica económica liberal del PRI y en los mismos sindicatos corporativos, especialmente el de Petróleos Mexicanos y el de trabajadores de la Educación. En el 2012 el PRI retomó el poder y es actualmente el partido gobernante.
Bajo tales condiciones, en la mayoría de los casos, el acceso a los altos puestos burocráticos del gobierno: presidencia, gubernaturas, senadurías, diputaciones, presidencias municipales y hasta diputaciones y regidurías locales, pasan esencialmente por la demostración de lealtades con las jerarquías superiores y las relaciones amistosas, familiares o económicas en cada espacio de poder. El obtener posiciones en los poderes públicos a partir de candidaturas independientes era hasta las elecciones del 2012 algo inconcebible en México, de hecho la legislación no contemplaba la figura de candidato independiente.
En las elecciones del 2015 se instaló la figura de candidatos independientes y se renovaron todos los diputados federales; las gubernaturas, ayuntamientos y congresos locales en 9 estados; y sólo los congresos locales y ayuntamientos en otros 8 estados. Así, además de las 9 gubernaturas, se definieron 903 presidencias municipales y 639 diputaciones locales. Participaron 10 partidos políticos nacionales, algunos locales y 125 candidatos independientes.[1]
Las condiciones para ser registrado como candidato independiente eran particularmente difíciles: los aspirantes no podían hacer campaña antes de obtener el registro, pero debían de reunir una cantidad significativa de firmas de respaldo (alrededor de 7,000 en el distrito electoral al que se inscribió Kumamoto), acompañadas de fotocopias de la credencial de elector. En general, para obtener la candidatura se requería una infraestructura o recursos económicos significativos.[2]
Así, si las circunstancias eran difíciles para aspirantes con una amplia trayectoria política y recursos económicos, como “El Bronco” en Nuevo León o Clouthier en Sinaloa, lo eran mucho más para un joven de 25, sin antecedentes partidistas, Pedro Kumamoto. Sin embargo, este joven ganó la elección para diputado local del estado de Jalisco, además en un distrito considerado como el feudo básico de la militancia del PAN en Jalisco.
¿Qué ocurrió para qué Kumamoto ganara la elección?
En primer lugar está la labor no sólo de él mismo sino de algunas decenas de jóvenes bien preparados que le acompañaron durante todo el proceso con un gran ímpetu y sin cobrar un solo centavo. Kumamoto fue presidente de la sociedad de alumnos de una universidad privada muy reconocida en el occidente de México, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (Universidad Jesuita de Guadalajara). Si bien Kumamoto estudió Gestión Cultural, se vinculó con estudiantes tanto de Ciencias Políticas como de Relaciones Internacionales, Ingenierías y otras formaciones que le representarían un gran apoyo en la campaña. A partir de su reagrupamiento en el ITESO se integraron en un espacio de promoción de actividad social y política mediante las redes sociales (wikipolítica) al que se sumaron jóvenes de otras universidades. Los jóvenes acordaron lanzar a uno de ellos como candidato, invirtieron una gran cantidad de tiempo, esfuerzo y conocimientos en integrar un trabajo estructurado y bien planeado, particularmente sobre la base del uso de las redes sociales.
En segundo lugar se encuentra el carisma y las propuestas del propio candidato. Él y sus compañeros hicieron jugar a su favor la enorme escasez de recursos económicos con la que hicieron la campaña. Regalaban pequeñas tarjetas, de alrededor de un cuarto de página tamaño carta, en las que con letra apenas legible señalaban propuestas y rasgos curriculares de Kumamoto. En alguna ocasión un asistente a una reunión de campaña le pidió que entregara las tarjetas con un imán, para poder colocarla en un refrigerador. Kumamoto respondió que no contaban con dinero suficiente para ello. Prácticamente no contó con anuncios espectaculares, ni propaganda pagada en los medios masivos. Además, señalaban que gran parte de medios de propaganda eran altamente contaminantes y no estaban dispuestos a emplearlos. Sólo recurrieron a las calcas para ser pegadas en automóviles y viviendas. Lograron rentar una vivienda de alrededor de 60 Mts2 que se convirtió en su Casa de Campaña y Kumamoto estaba dispuesto para ir a hablar con cualquier grupo de vecinos, así fuese de cuatro o cinco personas. Simultáneamente ofreció dedicar 70% de sus ingresos como diputado para que se realizara la participación ciudadana, los estudios y los proyectos que le permitieran definir sus propuestas legislativas y su posicionamiento como diputado. Señalaba que si bien él no tenía amplios conocimientos y experiencia, sí tenía la capacidad de pedir consejos a quienes conocieran de los asuntos específicos a abordar en la Cámara y de preguntarle a la ciudadanía sobre sus necesidades y propuestas. Si bien la inmensa mayoría del equipo que respalda a Kumamoto es de jóvenes, no se plantean como una fuerza centrada en la juventud, sino transversal al conjunto de la sociedad.
En tercer lugar está el enorme “apoyo involuntario” que le ofrecieron sus contrincantes, particularmente del PRI, del PAN y del Partido (pseudo) Verde. El derroche de gasto electoral de los principales partidos resulta indignante en un país con las carencias que tiene México. Si a ello se agrega la imagen de diputados con altas percepciones económicas, alejados de la ciudadanía, pero extraordinariamente leales a sus estructuras jerárquicas, la situación se complica aún más. Por si fuera poco, el PAN gobernó Jalisco desde 1995 hasta el 2012 y los resultados fueron cada vez más malos, lo que facilitó la alternancia al PRI en ese último año, pero el resultado no ha sido mejor. Además, la candidatura fue creciendo casi “en secreto”, pues la mayoría de las casas encuestadoras ni siquiera incluían a Kumamoto como posibilidad y sólo preguntaban en función de los partidos políticos. No fue sino hasta unas semanas antes de las elecciones cuando un diario, Mural, lo ubicó en tercer lugar de su distrito, con 21% de la intención de voto, lo que fue una enorme inyección de optimismo para esta candidatura independiente.
Así, frente al descontento ya no resultaban alternativas el PRI ni el PAN. La opción estaba entre el partido emergente, Movimiento Ciudadano o Kumamoto… la simpatía hacia el primero fue abrumadora a nivel de ayuntamientos de la Zona Metropolitana de Guadalajara, pero en el caso del Distrito X de Jalisco, la frescura de la independencia fue altamente valorada.
El cuarto aspecto es justamente la elección del Distrito electoral por el que compitió Kumamoto. Si bien se consideraba muy difícil que pudiese tener buenos resultados, por la historia panista del Distrito, se trata en gran parte de una delimitación territorial en la que habita predominantemente población de estratos socioeconómicos medios y altos, con acceso a recursos informáticos y difícilmente manipulable a través de prebendas o coacción del voto.
Por último, resalta el optimismo y la pluralidad del equipo que promovió la candidatura. Su slogan de campaña “Los muros sí caen” da un muestra de que la unidad del equipo está en la esperanza de traspasar un espacio aparentemente impenetrable. Se advierten perfiles ideológicos muy diversos y, sin embargo, un ánimo de discusión abierto que no está condicionado por poderes fácticos. Ello evitó que la candidatura pudiese ser calificada de “extremista”, “radical” o superficial.
Kumamoto triunfó con 38% de la votación (57,000 sufragios) y el candidato se convirtió en un “Rock Star” de la política local y en un personaje reconocido nacional y hasta internacionalmente. Sin embargo, lo logrado requerirá ser consolidado, ampliado y mantenido en su línea independiente más allá del ejercicio de una diputación local.
El peso que podrá tener Pedro Kumamoto a través de su voto no será el determinante. El Congreso de Jalisco (39 diputados) tendrá 15 legisladores de Movimiento Ciudadano, 14 del PRI, dos del PRD, dos de fuerzas leales al PRI (Partido Verde y Nueva Alianza), el propio Pedro Kumamoto y cinco diputados del PAN. Este último partido, a pesar de contar con pocos legisladores, es el que con su voto inclinará la mayoría de un lado u otro en las discusiones entre las dos principales fuerzas políticas.
El futuro no sólo de Pedro, sino del reagrupamiento de los jóvenes que lo han enarbolado y de lo que ellos le han significado a la ciudadanía dependerá en gran parte de su capacidad de mantenerse cohesionados y congruentes con lo que han propuesto. Requieren ampliar su campo de acción con más candidatos en futuras elecciones y mecanismos claros de discusión y definición de posturas políticas, económicas, sociales, culturales, ambientales, etc. Necesitan, en suma, seguir siendo lo que son y paradójicamente, transformarse para crecer sin perder la frescura de su base.