Fue en esa madrugada de abril que Doña Chepa y sus compañeras transformaron su miedo en coraje para hacerles frente a los talamontes, conscientes del significado del bosque para la existencia de su comunidad.
Era la madrugada del 15 de abril de 2011 en el pequeño pueblo Cherán K’eri en el estado de Michoacán, el hogar de Doña Chepa.
Ella, una mujer mayor, campesina, caminó con sus cinco compañeras a la iglesia ubicada a un costado del cerro para asistir a la primera misa del día. Apenas amanecía, el aire todavía estaba frío cuando las señoras encontraron un camión en camino al bosque, transportando a un grupo de talamontes armados.
La mafia de talamontes, vinculada a carteles locales, llevaba varios años en la tala del bosque y el comercio ilegal de la madera del pueblo.
Los habitantes de Cherán K’eri, la mayoría de ellos indígenas Purépechas, no solo sufrieron por la explotación de su bosque y la expropiación de sus frutos, sino también por la violencia generada por sus invasores. Los talamontes se volvieron más y más dominantes: amenazaron y golpearon a comuneros y poseedores del bosque, y tomaron control de partes del territorio, coludiéndose con policías y políticos corruptos.
A principios del año 2011, la deforestación llegó a la parte del bosque donde se encuentran varios ojos de agua, que abastecen de agua potable a los aproximadamente 20.000 habitantes del pueblo.
Fue en esa madrugada de abril que Doña Chepa y sus compañeras transformaron su miedo en coraje para hacerles frente a los talamontes, conscientes del significado del bosque para la existencia de su comunidad. Las señoras pararon el camión, capturaron a los talamontes con la ayuda de algunos jóvenes y los llevaron a la iglesia.
La revolución nace en el bosque
Desde ahí, dirigiendo la palabra a sus compañeros por un megáfono, empezaron a formular su resistencia y apelaron a la unidad de la comunidad en defensa de su territorio. El levantamiento empezó.
Nació la voluntad colectiva de retomar sus usos y costumbres y con ellos cuidar el bosque y todos los bienes comunales, y de lograr la autonomía como pueblo indígena. La comunidad expulsó a los talamontes, a la policía corrupta y a los partidos políticos para reconstruir el tejido social.
Empezó el proceso de creación de una nueva forma de gobierno que aseguraría la participación de todos, reconociendo la fortaleza y el valor de las mujeres al iniciar el movimiento.
En el mismo día del levantamiento se encendieron fogatas en cada esquina de cada calle, 189 en su totalidad, que sirvieron como barricadas para frenar el movimiento de los talamontes, pero también como instancia de intercambio de información entre los comuneros. Luego, desde cada fogata, unx representante salió a la asamblea general de su barrio para discutir los problemas actuales. Así se aseguraba participación equitativa de los cuatro barrios.
De las asambleas salen los consejos. El Concejo Mayor organiza y coordina a los otros consejos, que son el Consejo de los Barrios, de Administración Local, de los Bienes Comunales, de Desarrollo Social y Económico, de Asuntos Civiles y de Procuración, Vigilancia y Mediación de Justicia. El sistema de gobierno es horizontal, así que las asambleas van proponiendo ideas a los consejos y tienen la máxima autoridad y la determinación en todos los asuntos.
El Consejo de los Bienes Comunales coordina la gestión de los recursos y la reforestación. Por el trabajo del vivero, las casi 21.000 hectáreas devastadas ya han sido reforestadas.
La Ronda Comunitaria – el sistema interno de vigilancia y protección del territorio – y los guardabosques patrullan a diario el pueblo y el bosque, defendiendo contra posibles invasores.
Con la reforestación se fue reconstruyendo el tejido social de la comunidad.
Gloria Angélica Gembe, quien trabaja actualmente en el Consejo de los Barrios, vio un cambio drástico en la comunidad con el logro de la autonomía.
Para mi [el tejido social] cambió mucho, porque anteriormente había mucha división entre nosotros como comunidad porque todos iban a los diferentes partidos políticos y no hubo ninguna unificación. Este día del movimiento no importó partido, no importó religión. Simplemente como vecinos nos juntamos y supimos lo que pensabas el uno del otro. Entonces eso nos ayudó.
Participación femenina progresiva
El proceso de autodeterminación para gestionar y conservar los recursos de la comunidad fue acompañado por el empoderamiento de la mujer como defensora del bosque.
A finales de 2014 se decidió que para la segunda administración, que comenzaría en 2015, debía existir el Consejo de la Mujer y el Consejo de los Jóvenes. Desde ahí también empezaron a participar más mujeres en los demás consejos y resultó un mejor equilibrio entre hombres y mujeres.
Isabel Ortiz Camapanur trabaja para el Consejo de los Bienes Comunales. Junto a otra compañera, se encarga de arreglar problemas de la comunidad relacionados con el bosque.
Yo nunca participé en nada de lo político. Nosotras siempre trabajábamos en el campo. Entonces yo salí de la fogata para representar a la comunidad de la fogata 47. Yo personalmente tengo muy bonitas experiencias, porque ahora les están dando la oportunidad a las mujeres. Creo que porque las mujeres empezaron el movimiento, también tienen el derecho ahora a servirle a la comunidad.
Muchos comuneros afirman que las mujeres son las pilares de las asambleas, porque se encargan de llamar a los vecinos, de coordinar los encuentros y de generar nuevas ideas.
La mujer como guardiana de los usos y costumbres
Actualmente una gran parte del trabajo del Consejo de la Mujer se trata de rescatar los usos y costumbres del pueblo Purépecha. El consejo organiza talleres de tejidos tradicionales y de cocina para revalorizar recetas ancestrales de comidas típicas y postres naturales.
Desde hace un año existe un taller de medicina tradicional, en el que se enseña a las mujeres a hacer pomadas, tés, aceites y medicinas alcohólicas. Las mujeres que participaron ya dan consultas y difunden su conocimiento.
Según Gloria Angelica Gembe, el trabajo de la mujer en mantener los usos y costumbres tradicionales es de gran importancia para el tejido social de la comunidad.
Lo que una quiere lograr con este proyecto es que nosotros como mujeres indígenas no olvidemos nuestro origen, no olvidemos nuestras raíces. Que se mantengan esas costumbres y tradiciones que vienen desde hace mucho tiempo. Aquí el proyecto de la mujer es muy fundamental, porque es quien va a cimentar las bases de que, como nos regimos por usos y costumbres, que esos usos y costumbres se sigan de generación a generación.
Aparte del trabajo del Consejo de la Mujer, también existen proyectos independientes, que trabajan el empoderamiento de las mujeres y los jóvenes.
Un grupo de mujeres en coordinación con el Consejo de la Mujer, trabajan y dan seguimiento a la “Casa de la Mujer Indígena”, que sirve como refugio a mujeres que han sufrido violencia doméstica. Las mujeres pueden quedarse hasta 24 horas y reciben apoyo psicológico. La casa esta disponible para las mujeres de Cherán, pero la mayoría de las integrantes vienen de las once comunidades en los alrededores.
Otro grupo de mujeres, coordinado por una maestra de psicología, se reúne cada ocho días en una escuela para intercambiar sobre temas como la equidad de género, el auto cuidado de la mujer, la no violencia y la auto protección.
El Grial, un grupo de mujeres independientes, organiza talleres con niñas de 11 a 12 años de la comunidad. Parte de las clases incluye explicarles las particularidades de crecer en una comunidad indígena y fortalecer su identidad como niñas indígenas. Además, el taller sirve para enseñarles a reconocer sus derechos y hacer consciencia de que ellas pueden desempeñar las mismas actividades como los niños.
Hacia una nueva administración
Pese a poder constatar grandes avances en la participación de las mujeres, todavía queda un largo camino por recorrer.
Como el Consejo de la Mujer apenas va por su primer período, muchas mujeres todavía ven carencias en el proyecto. Hay jóvenes que lamentan que algunos proyectos tienen un esquema atrasado del papel de la mujer. Esperan que el próximo consejo tome más iniciativa en el empoderamiento de la mujer y que implemente proyectos de equidad de género.
En algunos consejos todavía hace falta la presencia de más mujeres. En el Concejo Mayor, por ejemplo, apenas participan tres mujeres, ya que no se postularon más.
Yunuén Torres, quien trabaja en el Consejo de los Jóvenes, observa que algunas mujeres todavía no se atreven a participar en los puestos políticos, pero considera que el proceso lleva un buen camino.
Se busca que de poco a poco hayan mas y mas mujeres participando. […] A través del dialogo constante vas cambiando ciertas formas de pensar.
Cherán realizará su nombramiento de la nueva estructura de gobierno en el lapso de estos meses para que el primero de septiembre entre la nueva estructura. Se espera la participación de todavía más mujeres en la próxima administración y que el nuevo Consejo de la Mujer cumpla con las visiones.
Lo que sí es visible cada día en Cherán K’eri lo confirma Yunuén Torres:
Se ha podido compartir y replicar con todos los comuneros y comuneras de Cherán, que la mujer sigue siendo el vinculo principal y la parte mas importante de cohesión para mantener el movimiento.
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*Gloria Angélica Gembe