El movimiento global Fridays for Future convocó a una huelga climática mundial el pasado 20 de septiembre de 2019, Día Mundial de la Infancia. Exactamente dos meses después, la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño celebra su aniversario número 30. Las autoras piden que se amplíe el canon de dicha convención internacional para incluir los derechos ecológicos de los niños y las niñas, y que la protección del clima se convierta en la prioridad de la política.
La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (UNCRC por sus siglas en inglés) abunda en artículos relacionados con el crecimiento saludable, el bienestar infantil, la consideración de los intereses del niño y el derecho a la información y a la participación; sin embargo, no hay un solo artículo dedicado a los derechos ecológicos de los niños. Ya en 1999, la Coalición Nacional, una alianza de más de 100 organizaciones de Alemania comprometidas con la implementación de la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño, acuñó el término "derechos ecológicos del niño": el derecho que tiene toda persona joven a crecer en un ambiente sano, para llevar una vida saludable y para desarrollar perspectivas positivas para el futuro. Los niños y los jóvenes necesitan condiciones generales saludables para desarrollar todo su potencial. El bienestar de los niños y la protección del medio ambiente son inseparables cuando se trata de crear un futuro justo y sostenible para todos: agua limpia y potable, nutrición saludable y un ambiente propicio para la salud de los niños. Pero sobre todo, la UNCRC debe consagrar la visión de un planeta que proporcione a las generaciones futuras un sustento para la vida. Sin el derecho a un futuro, todos los demás derechos no tienen sentido. En palabras de Greta Thunberg: "¿Por qué debería yo estar estudiando para un futuro que podría pronto ya no existir, cuando nadie está haciendo nada para salvar ese futuro?".
La protección del clima y la justicia intergeneracional deben convertirse en la prioridad política
No solo es cuestión de esclarecer y adaptar la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño en términos de un Comentario General. La protección del clima y la justicia intergeneracional también deben convertirse en la prioridad de la política para garantizar que las generaciones futuras tengan para conformar sus vidas al menos el mismo radio de acción que hoy damos por supuesto.
En Alemania, Fridays for Future exige, pues, cambios en la política. Muchos jóvenes activistas están estratégicamente dirigiéndose y buscando contacto con políticos y con quienes toman las decisiones, y queriendo hablar en la Comisión de Medio Ambiente y en el Parlamento, a la vez que son también cortejados por políticos. Piden una política reguladora, no simples llamamientos para que las personas reduzcan su consumo. Muchos de ellas y ellos ciertamente practican estilos de vida individuales respetuosos con el medio ambiente, rechazan los viajes aéreos y no comen carne. Sin embargo, también saben que la crisis climática no se resolverá solo a través de hábitos de compra sostenibles. La protección del clima debe combatirse por medios políticos, a través de políticas regulatorias, señales de precios y, si no hay otra manera, a través de la prohibición ocasional. Y esto tiene que suceder rápidamente.
Fridays for Future acepta el consenso científico de que queda poco tiempo para mitigar la catástrofe cultural, social y ecológica del calentamiento global. La inestabilidad del casquete glaciar en la Antártida es un presagio de un punto de inflexión climática que tendrá consecuencias de largo alcance. Lo mismo puede decirse sobre la destrucción de las selvas tropicales.
No hace falta decir que los niños y las niñas, adolescentes y personas adultas jóvenes de Fridays for Future están actuando por interés propio. Temen que el calentamiento global amenace la tranquilidad de sus futuros, que debieran transcurrir en infraestructuras sociales, culturales y ecológicas intactas. Todo el movimiento "For Future" está actualizando la antigua demanda Verde de considerar la protección del medio ambiente y la justicia intergeneracional como un mismo asunto: nuestros hijos e hijas solo nos han dado en préstamo este planeta. Ellas y ellos quieren una vida digna y en libertad, en un medio ambiente intacto y en una sociedad abierta.
La crisis climática plantea la cuestión de la capacidad de las instituciones democráticas para actuar
La crisis climática es probablemente la evidencia más sorprendente de que en las últimas décadas, los formuladores de políticas nacionales e internacionales no han actuado en interés del bien común para las generaciones presentes y futuras. El horizonte temporal en el que deben preverse las crisis inminentes y en el que las soluciones deben ser ideadas, se ha extendido. Los problemas ecológicos han empeorado dramáticamente sin un crecimiento proporcional de la capacidad de acción de las instituciones políticas. La catástrofe climática es de naturaleza global, pero los actores políticos clave están principalmente comprometidos con los intereses nacionales.
Si bien las y los manifestantes de Fridays for Future tienen poca fe en la capacidad para resolver problemas de los gobiernos actuales, sí confían en las instituciones estatales democráticas y en su capacidad para implementar políticas reguladoras ecológicas. Según un estudio realizado por el Instituto de Estudios sobre el Movimiento Social (Institut für Protest- und Bewegungsforschung, ipb, Berlín), las personas que se sumaron a las huelgas de Fridays for Future creen que los gobiernos han demostrado hasta ahora poca capacidad de solución. No obstante y a la vez, confían en que las decisiones políticas y las acciones del gobierno pueden todavía detener la crisis climática.
Puntos de partida para la formulación de políticas para un futuro justo
La cuestión de cómo las generaciones futuras, y sus intereses, pueden estar mejor representadas en el sistema político y cómo pueden participar en decisiones políticas trascendentales de manera adecuada y apropiada para la edad, ahora más que nunca, se ha vuelto crucial.
El concepto normativo de democracia deliberativa ambiental (Konrad Ott), en el que las personas defienden y representan el sistema ecológico en el proceso político y, por lo tanto, también hablan por las generaciones futuras y las personas de otros países, va en la misma dirección. El concepto no subestima la democracia parlamentaria ni la considera un mal menor. En lugar de ello, muestra el potencial inherente de esta forma de gobierno para una política medio ambiental, si se usa con compromiso.
Una evaluación del impacto de la legislación en las generaciones presentes y futuras y sus derechos debe convertirse en una práctica estándar, como debe ser el derecho a un medio ambiente saludable. Los problemas ambientales son uno de los desafíos centrales para los derechos humanos en el siglo XXI. Los niños y las niñas se ven particularmente afectados: son especialmente vulnerables a las toxinas ambientales y están siendo despojados de su futuro. Por lo tanto, el derecho a un medio ambiente sano debe enunciarse expresamente en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño.
El establecimiento de servicios de defensoría a nivel internacional, nacional y local permitiría examinar las medidas políticas y las decisiones en relación a su impacto en la calidad de vida de las generaciones futuras. El “monitoreo de los derechos del niño” podría exponer el avance o el retroceso en su realización, y ayudar a mejorar sistemáticamente las medidas para su implementación.
La evaluación del impacto climático de las leyes debe volverse obligatoria. A nivel nacional, el parlamento podría exigir que la legislación fije las emisiones de gases de efecto invernadero esperadas y que las emisiones cuantificadas sean compatibles con el objetivo climático de París. Dichas evaluaciones del impacto climático también deberían introducirse en los municipios, a nivel estatal y en la Unión Europea como componente de la evaluación legislativa del impacto.
El futuro ya está aquí: como consumidores corresponsables, siendo quienes soportan la peor parte del cambio climático y siendo además las futuras generaciones de adultos, los niños, las niñas y las y los jóvenes juegan un papel crucial en la lucha contra las causas y los impactos del cambio climático y en la protección de los recursos naturales. Tal compromiso con el futuro es crucial en una situación demográfica en la que las personas de mediana edad y las personas mayores constituyen la mayoría del electorado y, por lo tanto, influyen en las decisiones democráticas en términos de sus intereses actuales.