En un post anterior sobre la "economía de la atención" abordé cómo las grandes compañías digitales han monetizado un nuevo bien, tan preciado y escaso: la atención prestada por sus millones de usuarixs. A través de la venta de publicidad, han acumulado enormes fortunas que refuerzan su capacidad para seguir delineando el contenido y las plataformas donde la gente lo consume.
En un esquema de negocios distinto pero que constituye la otra cara de esta economía —lo que The Economist llama "una revolución en cámara lenta"— otra vez empresas tecnológicas (desde Netflix y Amazon, hasta Spotify), a través servicios de suscripción a un amplio catálogo de contenido están redefiniendo la forma, y el negocio, de cómo consumimos el entretenimiento.
Esto toca principalmente a la televisión, al menos como la conocemos actualmente, pues parece destinada a un proceso de reconfiguración de gran alcance en el cual estas nuevas empresas tendrán un papel fundamental.
Por una parte, el negocio televisivo está siendo erosionado por la copiosa oferta de contenido gratuito que le quita ingresos por publicidad a las grandes compañías de entretenimiento; por otra, las suscripciones por una cuota fija están haciendo declinar rápidamente los abonados a los servicios de televisión por cable.
El futuro de los streaming parece tan promisorio que decenas de compañías se apresuran a ofrecerlo para obtener una porción de las jugosas ganancias. Una muestra de ello es el anuncio reciente de que Youtube a también ofrecerá un servicio de TV por suscripción.
Pero en todo este cambio lo relevante no está en el contenido por sí mismo, sino en los mecanismos que están monopolizando nuestra atención y refuerzan el creciente consumo de cada vez menos variedad de contenido. En un mercado que tiende rápidamente a la saturación de ofertas y la hipersegmentación, los algoritmos nos están creando nuevas burbujas, en este caso a través de “recomendaciones”. Así lo explica The Economist:
En México la situación no es distinta, pues tanto las empresas tradicionales de entretenimiento como nuevas compañías, ante la caída de sus audiencias e ingresos, están creando sus propias plataformas digitales para tratar de competir tardíamente con los gigantes tecnológicos de Estados Unidos.
Sin embargo, con una abrumadora oferta de material hollywoodense, no se ve cómo puedan hacer una diferencia ante grandes competidores que además están produciendo cada vez más contenido propio. Se limitan a ofrecer más de lo mismo en un entorno ya de por sí marcado por reducidas posibilidades de explorar nuevo material, cuando justamente deberían apostar a la diferenciación a través de originalidad y calidad.
Esta actitud, algo conformista tanto a nivel individual como empresarial, contribuye a acrecentar el poderío de tales compañías y nos orilla paulatinamente a perdernos de una gran variedad de temas interesantes que vale la pena explorar.
La próxima vez que tengamos el control remoto en la mano (o la decisión en un clic), deberíamos pensar en toda la variedad de temas y géneros que existen más allá de los éxitos comerciales. Muchas de estas alternativas se pueden encontrar de forma legal, en español, incluido contenido mexicano y gratuito.