Mientras la crisis climática mundial se intensifica en tanto la producción y el consumo de gas aumentan, queda más claro que nunca que el gas no es una solución. Aunque las fugas de metano a lo largo de la cadena de producción del gas están al centro del debate sobre el impacto del gas en el clima, no representan la cuestión definitiva. Existen cinco razones adicionales que pueden explicar por qué el gas no puede hacer de puente hacia un futuro de energía limpia, incluso si se atienden las fugas de metano.
Traducción del resumen del reporte Burning the gas ‘bridge fuel’ myth: Why gas is not clean, cheap or necessary, publicado por Oil Change International el 30 de mayo de 2019. El reporte cuenta con el respaldo de 350.org, Center for Biological Diversity, Chesapeake Climate Action Network, Clean Virginia, Earthworks, Food & Water Europe, Food & Water Watch, Friends of the Earth Europe, Friends of the Earth U.S., Greenpeace USA, NC WARN, New Jersey Conservation Foundation, New York Communities for Change, Rainforest Action Network, y el Sierra Club. La version complete y el resumen original (en inglés) se encuentran en http://priceofoil.org/2019/05/30/gas-is-not-a-bridge-fuel/
Cinco razones por qué el gas no es limpio, ni barato ni necesario
1. El gas quiebra el presupuesto de carbono:
Todo el petróleo, gas y carbón económicamente recuperable que actualmente está en producción y los proyectos de extracción que están en construcción llevarán al planeta mucho más allá de los límites seguros para el clima. Cualquier nuevo desarrollo de reservas inexplotadas de gas, incluyendo gas de esquisto, es incompatible con los objetivos climáticos del acuerdo de Paris. Aun si el consumo global de carbón se eliminara de la noche a la mañana, las reservas ya existentes de petróleo y gas empujaran al mundo más allá del 1.5°C de calentamiento. Simplemente, no hay espacio para más gas.
2. Pasar de carbón a gas tampoco es una solución:
Los objetivos climáticos requieren que el sector energético sea descarbonizado antes de la mitad del siglo. Eso significa que tanto el uso del carbón como del gas tendrán que eliminarse. Sustituir plantas de carbón por nuevas plantas de gas no reducirá las emisiones lo suficiente, incluso si la fuga de metano se mantuviera al mínimo. Los planes actuales para el crecimiento de la producción de gas superan drásticamente los modelos seguros para el clima y son un puente hacia el desastre climático.
3. Las energías renovables de bajo costo pueden reemplazar al carbón y el gas:
Las dramáticas y constantes disminuciones en los costos de la energía eólica y solar trastocan el modelo de negocios del gas en el sector energético. La energía eólica y solar ya son más baratas de construir y operar que el carbón y el gas en la mayoría de los mercados. Claramente, el costo no es un factor prohibitivo para aumentar la generación de energías a partir de fuentes renovables, sea para sustituir la capacidad de los combustibles fósiles o para responder a la creciente demanda.
4. El gas no es esencial para la fiabilidad de la red energética:
La energía solar y eólica necesitan ser nivelada, pero el gas no es el único, ni el mejor recurso para hacer esto. El almacenamiento con baterías se está volviendo cada vez más competitivo ante las plantas de gas diseñadas para este propósito (conocidas como peakers). Además, plantas eólicas o solares que se combinan con el almacenamiento en baterías se están convirtiendo en una fuente competitiva de energía gestionable. Manejar los niveles altos de energía eólica y solar en la red energética requiere la optimización de una amplia gama de tecnologías y soluciones, que incluyen el almacenamiento de baterías, la respuesta a la demanda y la transmisión. No hay razón para favorecer el gas como la solución primaria.
5. Las nuevas infraestructuras de gas nos condenan a la emisión de carbono:
Los proyectos de miles de millones de dólares para la infraestructura de gas construidos hoy en día están diseñados para funcionar durante las próximas décadas. Además, existen obstáculos muy grandes para cerrar la infraestructura antes de su vida útil prevista económicamente. Por eso, es decisivo impedir la construcción de nueva infraestructura cuyas emisiones totales durante su ciclo de vida no se ajustan a los presupuestos de carbono previstos en el acuerdo de París.
El mito del gas como “puente” para un clima estable no resiste un análisis riguroso. Mientras que gran parte del debate se ha enfocado en las emisiones por fugas de metano, los datos demuestran que las emisiones de gases de efecto invernadero por la sola quema de gas son suficientes para rebasar los objetivos climáticos.
Existe una necesidad urgente de que tomadores de decisiones e inversionistas utilicen los objetivos climáticos como punto de partida para las decisiones sobre energía, en particular cuando se trata de gas. En lugar de buscar formas de justificar el uso de la abundante oferta que han desatado los nuevos métodos de extracción, los legisladores e inversionistas deben considerar cuánto gas es compatible para lograr los objetivos del acuerdo de París. La respuesta es la misma para el gas que para el carbón y el petróleo: ¡necesitamos menos, no más!