Democracia de género en América Latina

Nuevo infográfico con hechos y cifras de la región.

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En la Fundación Heinrich Böll queremos un mundo en el que todas las personas, cualquiera sea su orientación o identidad, puedan desarrollarse en solidaridad y paz, sin violencia, discriminación ni represalias. Donde todos los seres humanos tengan las mismas posibilidades de acceso al poder y a los recursos, lo que significa también que participen equitativamente en el desarrollo de procesos democráticos y políticos significativos. En esta visión, la gran variedad de identidades de género, proyectos de vida y roles deben contar con aceptación social. Así, podremos lograr una buena vida para todas las personas, con acceso equitativo a recursos, derechos, representación y roles autodeterminados.  

Una sociedad solidaria abre espacios de libertad para crear de manera conjunta y autodeterminada un mundo justo y con proyección de futuro para todas las personas. Consideramos que las relaciones de género de estas características, libres de dependencia y dominación, constituyen una democracia de género, la cual implica el mismo grado de representación y participación política de todas las personas en la política, la sociedad, las instituciones públicas y la economía.

La democracia de género vive del debate y del diálogo con y entre todos los géneros. Si queremos una buena vida para todo el mundo, ésta sólo se alcanzará si va acompañada de una democracia de género. El acceso equitativo a recursos, derechos y representación constituye un requisito para una buena vida autodeterminada y una sociedad solidaria.

Deseamos animar y fortalecer de manera concreta a las personas para que emprendan el camino de la lucha contra las relaciones asimétricas de poder, la discriminación, el racismo y el sexismo y por la igualdad de derechos. Apoyamos especialmente el (auto) empoderamiento de las mujeres y otros grupos discriminados para que intervengan en la formulación de las políticas públicas y cambien las estructuras que lo impiden. Consideramos a estas personas como agentes de cambio, cuya actuación es de importancia fundamental para la democratización de las relaciones políticas de género.