Agroecología en Latinoamérica. Un futuro necesario La necesaria transición hacia sistemas alimentarios justos y sostenibles requiere del fortalecimiento y la masificación de la agroecología entendida como una estrategia multidimensional que propone transformaciones profundas de las relaciones sociales en las formas de producir, distribuir, comercializar y consumir los alimentos. La agroecología, como ciencia, práctica y movimiento social, provee el marco de análisis y de acción para impulsar estos cambios en un proceso amplio de democratización de los sistemas alimentarios poniendo en el centro de la escena a la agricultura familiar, campesina e indígena por su contribución clave a la seguridad y soberanía alimentaria, a la conservación de la biodiversidad y a la mitigación y adaptación al cambio climático. La agroecología ha crecido en todo el mundo, pero es en América Latina donde sus experiencias son más fuertes y consolidadas. Pocos fenómenos son tan fundamentalmente latinoamericanos como la agroecología. En reconocimiento a la importancia de esta ciencia, movimiento social y conjunto de prácticas que condensa innumerables experiencias en todo el continente, la Fundación Heinrich Böll decidió unir los esfuerzos de todas sus oficinas latinoamericanas en esta publicación. Ha sido un largo proceso de reuniones y recopilación de experiencias con socios que trabajan en la escena agroecológica de diferentes países. El resultado es este webdossier, cuyos artículos exploran las diferentes dimensiones que -como un sistema agroforestal- se combinan para dar forma a la práctica agroecológica. Los artículos fueron escritos a varias manos, que juntas traspasaron las fronteras nacionales para sistematizar ejemplos que demuestran la fuerza de la agroecología. El resultado muestra el protagonismo de la agricultura familiar, de las comunidades campesinas, indígenas, afrodescendientes y quilombolas, en un proceso de mantenimiento y rescate de siglos de saberes tradicionales que se articulan hoy con el conocimiento científico. Así, la agroecología va desde la conservación de semillas y su siembra hasta el procesamiento y la distribución de alimentos para construir otras formas, no depredadoras, de relacionarse y habitar los territorios. Se trata de un proyecto político de democratización de los sistemas alimentarios, así como de la defensa de la biodiversidad de los ecosistemas que sustentan nuestras formas de relacionarnos con los alimentos.
Diálogos entre el campo y la ciudad El antagonismo entre lo rural y lo urbano niega las relaciones dinámicas entre estos territorios, creando barreras para la agricultura familiar y generando desigualdades sociales e inseguridad alimentaria. Los movimientos agroecológicos han generado experiencias que buscan tejer relaciones dignas y justas entre estas dos geografías.
Saberes y diversidad biocultural Las raíces más fuertes de la agroecología están en los principios y las prácticas ecológicas con las que mujeres y hombres campesinos, indígenas y afrodescendientes cultivan la tierra, cuidan los bienes naturales y generan conocimiento.
Sin feminismos no hay agroecología Es imposible pensar en un proyecto de futuro justo, sostenible y diverso que no incluya a las mujeres, y especialmente a las mujeres del campo, pues son ellas quienes lideran la transformación del sistema agroalimentario en América Latina. Por eso, desde los feminismos campesinos y sus alianzas, las mujeres rurales y agricultoras tienen un lema y un objetivo: sin feminismo no hay agroecología.
Juventudes. Un puente entre generaciones Tras décadas de emigrar a las ciudades por no encontrar oportunidades de estudio y estabilidad profesional en el campo, los jóvenes rurales de América Latina protagonizan ahora un retorno a sus territorios de origen. Este movimiento está vinculado al creciente interés de los jóvenes por las prácticas de producción agrícola sostenible, o agroecología.
De la finca a la red agroecológica La soberanía alimentaria y la defensa de los bienes comunes son luchas colectivas. La agroecología fortalece los procesos territoriales de base campesina, la organización comunitaria y la creación de redes, que expresan la gran diversidad ecosistémica y sociocultural de la agricultura. Así se construyen intercambios materiales y simbólicos entre distintos sujetos sociales, con el propósito de alcanzar condiciones dignas de vida.
Otras formas de pensar el espacio Organizaciones y movimientos sociales plantean una defensa del territorio que va más allá de la lucha por la tierra, e incluye la protección del agua, las montañas, la biodiversidad, las semillas y el patrimonio cultural e inmaterial asociado a los pueblos y los ecosistemas. La agroecología es un elemento articulador de esta lucha.