Sin feminismos no hay agroecología

Es imposible pensar en un proyecto de futuro justo, sostenible y diverso que no incluya a las mujeres, y especialmente a las mujeres del campo, pues son ellas quienes lideran la transformación del sistema agroalimentario en América Latina. Por eso, desde los feminismos campesinos y sus alianzas, las mujeres rurales y agricultoras tienen un lema y un objetivo: sin feminismo no hay agroecología.

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El campo tiende a ser un terreno hostil para las mujeres latinoamericanas. Generalmente cultivan en tierras ajenas, tienen escasas oportunidades de educación o de acceso a la salud además de extensas jornadas de trabajo, y menos de la mitad participa en las decisiones de producción. No obstante, mantienen una alta agrobiodiversidad para el consumo de sus comunidades mediante patios y huertas donde cultivan hortalizas, granos, frutas, plantas medicinales y flores, además de criar animales e intercambiar insumos y conocimientos. Un proyecto con 879 mujeres campesinas del nordeste de Brasil identificó que, entre agosto de 2019 y febrero de 2020, se produjeron 1.228 productos agroecológicos de origen vegetal y animal: una cantidad capaz de garantizar la supervivencia de las familias de la región.

Pero muchas de estas prácticas no son reconocidas como productivas, sino que se consideran una prolongación del trabajo doméstico, que no es reconocido propiamente como trabajo. Por ello, las mujeres campesinas reafirman que la agroecología debe cuestionar también el control masculino de los recursos, la división del trabajo y la toma de decisiones en la propiedad rural y en las organizaciones. Para eso, movimientos de mujeres en el campo demandan que la agroecología tenga raíces en otro movimiento: el feminismo.

La Vía Campesina y la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) hablan de un feminismo campesino y popular capaz de responder a las demandas de las mujeres en sus contextos, que les permita ser llamadas agricultoras y no amas de casa, como plantean, por ejemplo, las campesinas del norte de Nicaragua. La incursión de esta perspectiva feminista permite hablar de un cambio de paradigma en las comunidades, donde las labores de cuidado no recaigan solo en las mujeres.

Los estudios demuestran que la vinculación de las mujeres a organizaciones y ferias amplía su libertad de acción, eleva su autoestima y, en algunos casos, redistribuye las relaciones de poder en las familias. Un ejemplo es la Asociación Nacional de Mujeres Campesinas, Negras e Indígenas de Colombia (ANMUCIC), cuyas integrantes han avanzado en las propuestas de erradicación de las violencias de género y en las leyes de acceso y tenencia de la tierra.

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La producción agrícola también permite a las mujeres acceder al mercado, a la independencia económica y al empoderamiento político. En el altiplano boliviano, la feminización del campo aumenta, dado que los hombres migran con frecuencia a los centros urbanos. Esa ausencia masculina en la comunidad, si bien exige a las mujeres mayor trabajo para sostener su economía familiar, les facilita su participación política. Por ejemplo, asisten a las reuniones comunales y asambleas, participan de instancias de formación y toman control de los mercados locales.

En las últimas dos décadas, las campesinas mexicanas han avanzado en la transformación y valorización de la milpa[1]. Las integrantes de la cooperativa indígena Tosepan Siuamej operan y administran tortillerías, tiendas, panaderías y talleres de elaboración de dulces y licores. Otro ejemplo es la cooperativa Chiltoyac, un colectivo de mujeres xalapeñas dedicadas a rescatar la receta tradicional del mole[2] mexicano y a enfrentar la industrialización de los alimentos mediante redes de comercio justo y solidario.

Otra de las luchas de las mujeres del campo es contra los agrotóxicos. En Argentina y Uruguay, las maestras de escuelas rurales son unas de las principales denunciantes de las consecuencias del uso de agrotóxicos, como impactos en la salud humana y la biodiversidad, con muerte de peces, aves y anfibios. Entre 2009 y 2012, el colectivo argentino Madres de Ituzaingó impulsó el primer juicio contra las fumigaciones en Latinoamérica. En la sentencia se reconoció la contaminación ambiental como un delito. En 2016, estas mujeres, ambientalistas y vecinos del barrio Malvinas Argentinas frenaron la construcción de la planta procesadora de semillas de maíz de Monsanto más grande del continente.

Las organizaciones campesinas también articulan su trabajo con el de las mujeres en la academia. En 2013, investigadoras de la región fundaron la Alianza de Mujeres en Agroecología (AMA-AWA), con el doble fin de destacar el conocimiento agroecológico producido por las mujeres y fortalecer alianzas entre la academia y las campesinas.

Entre 2004 y 2015, los diálogos entre organizaciones de mujeres rurales, ONGs y el Estado brasileño permitieron la creación del Programa de Promoción de la Igualdad de Género, Raza y Etnia y del Programa Nacional de Fortalecimiento de Agricultura Familiar, además de la incorporación del enfoque de género en el Plan de Políticas Públicas en Agricultura Familiar y Agroecología. Gracias a esto, en todas las convocatorias públicas de asistencia técnica y extensión rural debe haber una cuota de 50% de mujeres como titulares de los contratos y un 30% de recursos para actividades específicas indicadas por mujeres en sus proyectos.

En esta misma línea están los procesos de formación del Instituto Latinoamericano de Agroecología Sembradoras de Esperanza en Chile, impulsados por la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI).

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Sin embargo, la relación entre la agroecología y las mujeres no es automática. Los movimientos de mujeres alertan sobre el hecho de que, por más que se generen espacios de participación, si las relaciones desiguales de género y la violencia machista en la producción agroecológica no son problematizadas, las mujeres seguirán obligadas a cumplir los roles de “buenas madres” y “cuidadoras del hogar y el medio ambiente”, funciones que deberían asumir todas las personas en las comunidades. Para transformar esta realidad, las agricultoras feministas de América Latina defienden un mayor acceso a tierras de calidad, así como a asistencia técnica y redes de comercio justo, además del reconocimiento social y económico de sus tareas cotidianas. Las mujeres rurales y agroecológicas no son “ayudantes”, sino protagonistas de la lucha por la vida.

 

Fuentes

P. 18. Wesley Lima (2017). “Sin feminismo no hay agroecologia”. La Via Campesina

Rodica Weitzman et al. Cadernetas agroecológicas e as mulheres do semiárido de mãos dadas fortalecendo a agroecologia. FIDA

Diana Trevilla et al. (2020). “Agroecologia y cuidados: reflexiones desde los feminismos de Abya Yala”. Millcayac vol. 7, n.°13

Rachel Vincent (2020) “Feminismo juvenil en Nicaragua: De campesinas a soñadoras”. La Agroecologa n.° 4

Iridiane Graciele Seibert (2018). “Feminismo campesino y popular- Una propuesta de las campesinas para el mundo”. La Via Campesina

Miriam Nobre y Karla Hora (2017). Atlas de las mujeres rurales de America Latina y el Caribe: “Al tiempo de la vida y los hechos”. FAO

Zuiri Mendez (2017). “Mujeres, territórios y feminismos comunitarios”. La Agroecologa n.° 1

Gloria Silvia Orellana (2020). “Mujeres rurales, claves en la soberania alimentaria del

pais”. Diario Co Latino

Maria Laura Stephen (2020). “Feminismo más allá del Valle Central costarricense”. La Agroecologa n.° 4

Ayuda en Accion (2020). “Mujeres rurales en El Salvador: el trabajo invisible de las agricultoras”

INIDE y MAGFOR. IV Censo Nacional Agropecuario 2011

Censo Nacional Agropecuario 2014

Magdalena Leon y Carmen Diana Deere (1997). “La mujer rural y la reforma agraria en Colombia”. Cuadernos de Desarrollo Rural n.° 38-39 [pp. 7-23]

“Union de Cooperativas Tosepan” (2018). Coalicion Internacional para el Habitat

“Cooperativa de mujeres productoras de Chiltoyac” (s. f.). Atlas de Transiciones Agroecologicas en Mexico. Universidad Veracruzana, Region Xalapa

Alberto Gomez Perazzoli (2019). “Uruguay: pais productor de alimentos para un sistema alimentario disfuncional”. Agrociencia Uruguay vol. 23, n.° 1 [pp. 92-100]

Mujeres, biodiversidad y alimentacion: la valorizacion de la vida a traves de experiencias agroecologicas. Leisa vol. 36, n.°1

Pamela Caro (2010). “Soberania Alimentaria: aproximaciones a un debate sobre alternativas de desarrollo y derechos de las mujeres”. Prensa Rural

 

 

[1] Milpa: Sistema dedicado al cultivo de maíz en asociación con otros cultivos

[2] Mole: Salsa picante mexicana, preparada principalmente con chiles y especias. El término también puede referirse a guisos de carne o verduras, a menudo preparados con este tipo de salsa


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