Elaborada por: Maria J. Birkmeir
Junio 2016
Yaima Rodríguez Valiente es cubana, tiene 29 años de edad y es becaria de la Fundación Heinrich Böll desde hace dos años. La joven académica viene de Güira de Melena, un municipio de la Provincia de Artemisa. Después de graduarse en el Instituto Superior en la Licenciatura de Meteorología, Yaima trabajó en el área de climatología. Hemos hablado con ella sobre sus experiencias en la UNAM, donde está estudiando la Maestría de Ciencias de la Tierra en el instituto de Ciencias de la Atmósfera.
M: ¿Por qué decidiste estudiar la Maestría de Ciencias de Tierra en la UNAM?
Después de graduarme del Instituto Superior trabajé en el Instituto Meteorológico, en el área de climatología durante aproximadamente cuatro años, hasta que decidí dar el siguiente paso y estudiar una maestría. Y en este momento, no había una maestría en esta área en mi país – creo que todavía no hay. Quería especializarme y conocer la tecnología de modelación en las ciencias atmosféricas. En la climatología hay muchas estadísticas, las series de los datos, variables atmosféricos, pero quería aprender como visualizarlo. En el Centro dónde trabajé no había la tecnología para eso, y el equipo especial que existe, es para un grupo muy cerrado y lo limitan mucho a los hombres. No es que dijeran que no, pero siempre era más fácil el ingreso para los colegas hombres. Intenté varias veces, pero no tenía posibilidades para entrar, para aprender nuevos conocimientos sobre esta área. Revisé diferentes instituciones afuera, y la UNAM era entre los pocos donde me ofrecían un apoyo económico. Además tiene un muy buen prestigio. Entonces hice la solicitud a la UNAM, me aceptaron y así podía empezar la maestría.
¿Cuáles fueron los retos más grandes para ti cuando llegaste a México?
Al inicio, estaba muy desorientada. Tenía que moverme en distancias muy largas, para hacer los trámites migratorios, tomar el transporte público, ir para allá y para acá – todo era muy grande. En Cuba no tenemos metro, entonces necesitaba aprender cómo usarlo.
La otra cuestión fue el idioma. Aunque también hablo español, mi forma de hablar era distinta, mucho más rápida. Y entonces las personas no me entendían y tuve que aprender a darle pausa y hablar despacio. Sí me costó trabajo, porque muchas veces intentaba hablar lento y se me olvidaban las ideas antes de decirlas.
Lo demás no fue tan complicado. Por ejemplo con la comida, no tuve problema, ni con las relaciones, hice amigos – en general, me fue muy bien.
¿Qué es lo que más te gusta de tu carrera y de tu estancia en México?
En mi carrera lo que más me gusta, y porque decidí estudiarlo, es el vínculo con la geografía. A mí siempre me gustó la geografía, pero más la parte físico-matemática. Por otra parte, me gusta lo aplicado, porque se puede ayudar con los fenómenos climáticos, contribuir en planes económicos y explicar los efectos del clima en la vida diaria. Eso siempre me llamaba la atención, desde chica cuando vi el reporte meteorológico en la televisión quería saber como lo hacían.
Y bueno, lo que más me gusta ahora es trabajar las escalas climáticas: el cambio climático y todo lo que puede suceder en el futuro. No es tan interesante predecir lo que pasa mañana o en dos días, me gustan más los procesos de largo plazo.
Una ventaja de la maestría también es que éramos diez extranjeros, todos estuvimos en la misma situación y nos apoyamos entre nosotros.
Y de acá, de México, me gusta el hecho que es un país muy rico en cultura. Tienen muchas cosas tradicionales, que lo caracterizan, y que se conservan muy bien, desde la ropa, la música…para mi, todo fue muy diferente. Es muy bonito.
Lo que también me encanta, es la comida. En este momento, mi plato favorito son los tacos al pastor. Siempre cuando paso por una esquina y me sigue el olor, se me antojan.
¿Cómo quieres usar tu experiencia para tu futuro profesional y personal?
Bueno, en estos momentos todavía no tengo un plan muy fijo. Sobre todo quiero terminar mi tesis y graduarme. Pero sí quiero continuar, hacer el doctorado. Porque después de la licenciatura trabajé mucho tiempo y se me perdió la costumbre de estudiar, de enfocarme en un tema, leer mucho. Entonces se me hizo un poco difícil el primer semestre. Y no quiero otra vez regresar a eso, siento que sería mejor ya seguir con los estudios de una vez. Lo que quiero hacer en mi doctorado es volver a la línea de trabajo que ya tenía en Cuba, la climatología, pero lo quiero vincular con la estadística y la modelación. No he elaborado todavía mi proyecto de doctorado, pero ya contracté a una profesora que sí está interesada en asesorarme. Tengo que regresar a Cuba un semestre para elaborar mi proyecto, pero sí quiero continuar con mi trabajo de investigación en México.
¿Qué recomendarías a otros estudiantes que están interesados en recibir la beca y estudiar una maestría en México?
Yo les recomendaría que no se esperen tanto en hacer una maestría. Si se gradúan de la licenciatura, que hagan los trámites y soliciten el ingreso para hacer su maestría lo más pronto posible. Uno viene con todos estos conocimientos frescos y puede seguir estudiando fácilmente. Y por lo menos para mí lo que me costó mucho fue adaptarme otra vez a la vida de estudiante.
Además, les recomiendo que sean de mente abierta, que se adapten a todo. Desde mi punto de vista personal, eso te hace crecer mucho. Sí, sé que hay personas que les cuesta trabajo dejar sus hábitos, adaptarse. Pero para mí, conocer otro lugar, otras cosas, otra gente, me ha enriquecido. Si hay que comer tortilla, voy a comer tortilla aunque nunca lo había hecho antes. Si se escucha otra música, pues hay que escuchar otra música. Sin miedo. Eso te enriquece, te hace más tolerante, de mi punto de vista. Que no sean tan cerrados. Al final de cuentas, es diferente, porque cada país es diferente – tiene sus costumbres, su forma de ser, sus métodos de enseñanza – pero siempre hay algo positivo.