América Latina, en general, se ha vuelto el gran almacén que provee de materia prima a las economías emergentes y a las desarrolladas. Cada vez se concentra más poder en las manos de unas cuantas personas y corporaciones, especialmente en el ámbito de los recursos naturales (minería, petróleo y gas, agricultura). Junto con el poder económico y financiero viene el poder político, acompañado frecuentemente de la corrupción, y vemos claramente cómo se reduce el margen para la participación democrática. La Fundación apoya la transformación social y ecológica e impulsa una mayor equidad respecto a quién controla, quién posee, quién tiene acceso y quién decide cómo las personas interactuamos con la naturaleza. Promovemos el cambio en la producción, consumo y estilos de vida que respete a las personas, a la naturaleza y a las generaciones futuras.